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XXXII semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Martes
Lucas 17, 7-10
“No somos más que siervos; slo hemos hecho lo que teníamos que hacer”. En
estas palabras que hemos escuchado en el Evangelio, Jesús nos plantea una
pregunta que no es posible evitar: ¿Realmente estamos haciendo lo que debemos?
Juan Pablo II decía que el cristiano sabe que, junto con los demás ciudadanos,
tiene una responsabilidad muy precisa con respecto al destino de su patria y a la
promoción del bien común. La fe impulsa siempre al servicio de los demás, de los
compatriotas, considerados como hermanos. Y no puede haber testimonio eficaz sin
una fe profundamente vivida, sin una vida enraizada en el Evangelio e impregnada
de amor a Dios y al prójimo a ejemplo de Jesucristo .
Para el cristiano dar testimonio quiere decir revelar a los demás las maravillas
del amor de Dios, construyendo en unión con sus hermanos el Reino, del que la
Iglesia “constituye el germen y el comienzo” (LG, 5).
“… Somos siervos inútiles...”. La fe no busca cosas extraordinarias, sino que se
esfuerza por ser útil, sirviendo a los hermanos desde la perspectiva del Reino. Su
grandeza reside en la humildad: “Somos siervos inútiles...”. Una fe humilde es una
fe auténtica. Y una fe auténtica, aunque sea pequea “como un grano de mostaza”,
puede realizar cosas extraordinarias (Juan Pablo II).
San Beda afirma que “Somos siervos porque hemos sido comprados por
precio; inútiles porque el Señor no necesita de nuestras buenas acciones, o porque
no son condignos los trabajos de esta vida para merecer la gloria; así la perfección
de la fe en los hombres consiste en reconocerse imperfectos después de cumplir
todos los mandamientos”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)