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XXXII semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Lucas 17, 26-37
“Lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste”. Es decir,
así sucederá en el fin del mundo, puesto que no concluirá éste antes que todos los
hombres buenos y justos sean separados de malos e impíos.
El fin del mundo es muy probable que sea para cada uno de nosotros la hora
de nuestra muerte. Hoy podemos preguntarnos: ¿Soy consciente de que detrás de
mi muerte está Cristo? ¿Cómo me presentaré ante Él? ¿Cómo estar preparado para
ese momento crucial en el que se define mi eternidad? “Tengan cuidado: que sus
corazones no se entorpezcan por la vida libertina , por las borracheras y las
preocupaciones de la vida” ( Lc 21,34). Sólo quien está despierto no será tomado de
sorpresa.
Que no les suceda –advierte Jesús- lo que pasó en tiempo de Noé o en tiempo
de Lot, cuando los hombres comían y bebían despreocupadamente, y el diluvio los
encontró desprevenidos (cf. Mt 24, 37-38). Lo que quiere darnos a entender el
Señor con esta recomendación es que no debemos dejarnos absorber por las
realidades y preocupaciones materiales hasta el punto de quedar atrapados en
ellas. Debemos vivir ante los ojos del Señor con la convicción de que cada día
puede hacerse presente. Si vivimos así, el mundo será mejor.
San Gregorio Magno: Los que aman a Dios se regocijan al ver llegar el fin del
mundo, porque encontrarán pronto aquella patria que aman, cuando haya pasado
aquel mundo al que no se sienten apegados. Quiera Dios que ningún fiel que desea
ver a Dios se queje de las pruebas de este mundo, ya que no ignora la caducidad
de este mundo. En efecto, está escrito: “El que ama a este mundo es enemigo de
Dios”. Aquel, pues, que no se alegra de ver llegar el fin de este mundo es su amigo
y por lo tanto, enemigo de Dios. No será así entre los fieles, entre aquellos que
creen que hay otra vida y que manifiestan por sus obras que la aman.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)