EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la XXXIV Semana del Tiempo Ordinario
Libro de Daniel 1,1-6.8-20.
El tercer año del reinado de Joaquím, rey de Judá, llegó a Jerusalén
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la sitió.
El Señor entregó en sus manos a Joaquím, rey de Judá, y una parte de los objetos
de la Casa de Dios. Nabucodonosor los llevó al país de Senaar, y depositó los
objetos en el tesoro de su dios.
El rey ordenó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que seleccionara entre los israelitas
de estirpe real o de familia noble,
a algunos jóvenes sin ningún defecto físico, de buena presencia, versados en toda
clase de sabiduría, dotados de conocimiento, inteligentes y aptos para servir en el
palacio del rey, a fin de que se los instruyera en la literatura y en la lengua de los
caldeos.
El rey les asignó para cada día una porción de sus propios manjares y del vino que
él bebía. Ellos debían ser educados durante tres años, y al cabo de esos años se
pondrían al servicio del rey.
Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarias, que eran judíos.
Daniel estaba decidido a no contaminarse con los manjares del rey y con el vino
que él bebía, y rogó al jefe de los eunucos que no lo obligara a contaminarse.
Dios hizo que él se ganara el afecto y la simpatía del jefe de los eunucos.
Pero este dijo a Daniel: "Yo temo a mi señor el rey, que les ha asignado la comida y
la bebida; si él llega a ver el rostro de ustedes más demacrado que el de los
jóvenes de su misma edad, ustedes harían peligrar mi cabeza delante del rey".
Daniel dijo al guardia a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de
Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
"Por favor, pon a prueba a tus servidores durante diez días; que nos den legumbres
para comer y agua para beber;
compara luego nuestros rostros con el de los jóvenes que comen los manjares del
rey, y actúa con tus servidores conforme a lo que veas".
El aceptó la propuesta, y los puso a prueba durante diez días.
Al cabo de esos días, se vio que ellos tenían mejor semblante y estaban más
rozagantes que todos los jóvenes que comían los manjares del rey.
Desde entonces, el guardia les retiró los manjares y el vino que debían tomar, y les
dio legumbres.
Dios concedió a estos cuatro jóvenes ciencia e inteligencia en todo lo referente a la
literatura y la sabiduría, y Daniel podía entender visiones y sueños de toda índole.
Al cabo de los días que el rey había fijado para que le fueran presentados los
jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor.
El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel,
Ananías, Misael y Azarías. Ellos permanecieron al servicio del rey,
y en todo lo que el rey les preguntó sobre cuestiones de sabiduría y discernimiento,
los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos que había en todo
su reino.
Libro de Daniel 3,52.53.54.55.56.
«Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, loado, exaltado eternamente.
Bendito el santo nombre de tu gloria, loado, exaltado eternamente.
Bendito seas en el templo de tu santa gloria, cantado, enaltecido eternamente.
Bendito seas en el trono de tu reino, cantado, exaltado eternamente.
Bendito tú, que sondas los abismos, que te sientas sobre querubines, loado,
exaltado eternamente.
Bendito seas en el firmamento del cielo, cantado, glorificado eternamente.
Evangelio según San Lucas 21,1-4.
Después, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el
tesoro del Templo.
Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas
monedas de cobre,
y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie.
Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella,
de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir".
comentario del Evangelio por
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara
Retiro de Nazaret, 11 noviembre 1897 (trad. Obras espirituales. Editorial
San Pablo 1998)
Darse todo, porque Cristo se ha dado todo
Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre quién amándoos de todo corazón,
no pueda soportar ser más rico que su Bienamado... Mi Señor Jesús, qué pronto se
hará pobre, quien pensando que todo lo que se hace a uno de estos pequeños, es a
Vos a quien se hace (Mt 25,40.45), que todo lo que no se les hace, es a Vos a quien
no se hace, aliviará todas las miserias a su alcance... Qué deprisa se hará pobre,
quien reciba con fe vuestras palabras: «Si queréis ser perfectos, vended lo que
tenéis, y dádselo a los pobres... Bienaventurados los pobres... Todo aquel que deje
sus bienes por mi, recibirá aquí abajo, cien veces más y en el cielo la vida
eterna...» (Mt 19,16.29; 5,3). Y tantas otras.
¡Dios mío, no sé si es posible a algunas almas veros pobres y seguir a gusto
siendo ricas, verse mayores que su Maestro, que su Bienamado, no quererse
parecer a Vos en todo lo que de ellas depende y sobre todo en vuestras
humillaciones; yo creo que ellas os aman, Dios mío, y sin embargo creo que falta
algo a su amor, y en todo caso yo no puedo concebir el amor sin una necesidad,
una imperiosa necesidad de conformación, de semejanza, y sobre todo de
compartir todas las penas, todas las dificultades, todas las durezas de la vida... Ser
rico, a mi gusto, vivir tranquilamente de mis bienes, cuando Vos habéis sido pobre,
machacado, viviendo penosamente de un trabajo rudo! Yo no puedo, Dios mío... Yo
no puedo amar así.
«No conviene que el criado sea mayor que el Amo» (Jn 13,16), ni que la
esposa sea rica, cuando el Esposo es pobre... a mí me resulta imposible entender el
amor, sin la búsqueda de la semejanza... sin la necesidad de compartir todas las
cruces...
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”