“Porque el Reino de Dios está entre ustedes”
San Lucas 17, 20-25:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LAS «HUELLAS» DE LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE NOSOTROS
Para el verdadero discípulo de Jesús, la vida está compuesta de certezas y de expectativas: él
mismo nos ha educado para vivir así. Por un lado, está el presente, que nos ofrece múltiples
ocasiones para saborear los dones de Dios, sobre todo porque éstos nos hacen revivir un
pasado lleno de Dios y de sus obras maravillosas. Por otro, está el futuro, que, desde la
perspectiva cristiana, no es tanto objeto de nuestras previsiones o deseos como «lugar» de una
nueva y definitiva manifestación de Dios. Es el futuro de Dios que irrumpe en el presente del
hombre y así enciende en el corazón de este último una luz nueva que ilumina el camino y deja
entrever la meta.
Toda la esperanza cristiana se encuentra aquí: no es fruto de nuestra inteligencia, sino don de
la bondad de Dios. Jesús vino al mundo para dar a cada hombre y a cada mujer de buena
voluntad esta lámpara preciosa que nos hace más clarividentes que Diógenes.
El cristiano, al resplandor de esta luz, puede y debe discernir los signos de los tiempos, puede
y debe reconocer las «huellas» de la presencia de Dios en medio de nosotros, puede y debe
desmantelar los falsos mesianismos y reconocer la presencia del verdadero Mesías: «No
vayáis ni los sigáis» . Esta advertencia de Jesús nos pone en guardia contra cierta impaciencia
en el querer discernir de inmediato lo que sólo puede ser reconocido a medio o largo plazo. Al
mismo tiempo, nos pone en guardia contra una debilidad nuestra congénita, a saber: la de
querer llegar a la meta sin aceptar antes las necesarias fatigas del camino emprendido.
ORACION
El Reino de Dios ya está entre vosotros
Tu Palabra es esperanza, creatividad, imaginación, nuevo horizonte, cuando, limpio de las
cenizas de la denota y del desaliento, continúo detrás de ti... porque tú estás conmigo. Tu
Palabra es «sí» cuando lucho por elegir lo que es justo y no lo que es fácil; lo que es verdadero
y no lo que es ensalzado; lo que es duradero y no lo que lanza destellos... porque así obraste
tú. Tu Palabra es luz cuando te reconozco no en lo espectacular o extraordinario, sino en el
pobre, en el hambriento, en el desnudo, en el enfermo, en el preso, en el oprimido: allí donde
estás y no donde yo quisiera encontrarte... porque tú estás en ellos.
Oh Padre, tu Reino no es un fantasma que huya. Es nuestra realidad cotidiana la que tiene
oídos tensos para oírte, ojos abiertos para verte, mente atenta a tus alternativas, corazón
palpitante para seguirte día tras día.