XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Padre Camilo Maccise, OCD
1. En el catecismo tradicional, cuando se nos preguntaba el motivo por el cual Dios
nos había creado, la respuesta era: "para amarlo y servirlo en esta vida y después
verlo y gozarlo en la otra". Todos nosotros estamos en el mundo para cumplir una
misión, pequeña o grande, fácil o difícil, durante mucho o poco tiempo. Para ello el
Señor nos ha dado dones, cualidades que debemos poner a fructificar para el bien
de los demás. Del buen uso o del mal uso de ellas rendiremos cuentas al Señor.
Ninguno, por menos dotado que se sienta o lo sea deja de tener un papel que
cumplir en este mundo. Como decía una persona a una chica que le confiaba que
no le veía sentido a su vida; que su vida era inútil: hasta la más pequeña piedra de
un campo tiene una función, está para algo.
2. La parábola de hoy nos habla de la responsabilidad que tenemos de hacer
fructificar los dones que hemos recibido de Dios para ponerlos al servicio de los
demás. El hombre que se va de viaje es Jesús. Nosotros somos los servidores. A
todos nos encarga continuar su misión de anuncio de la Buena Noticia; testimoniar
y anunciar que el amor a Dios y al prójimo son lo esencial del evangelio; de
trabajar para que se vaya abriendo paso en la historia su proyecto de amor, justicia
y paz. En los siervos del evangelio de hoy podemos mirarnos como en un espejo: o
bien creemos en el amor de Dios, confiamos en Él y nos lanzamos a cumplir nuestra
misión, o bien, tenemos una idea de un Dios juez severo y eso nos paraliza y nos
impide correr el riesgo de poner a fructificar los dones recibidos.
3. En el mundo de hoy, globalizado en todos los aspectos, no basta que
individualmente usemos los dones recibidos para hacer el bien. Es necesario
también unirnos con las personas de buena voluntad que trabajan por un mundo
mejor. Hay que globalizar la solidaridad y hacer que los frutos, por la unión y
colaboración, sean mayores. La Iglesia es el cuerpo de Cristo y cada uno de
nosotros es uno de sus miembros. Todos tenemos una función para bien de todo el
organismo. Un modo eficaz de hacer fructificar los dones recibidos es el de
testimoniar la fraternidad, la solidaridad; la de trabajar por un mundo más justo y
más humano. Al final, escucharemos las palabras del Señor: Te felicito siervo bueno
y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho
valor. Entra a tomar parte de la alegría de tu señor".
Camilo Maccise