¿Dónde sucederá esto, Señor?
Lc 17, 26-37:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL DISCÍPULO DE JESÚS DEBE HACER UN BUEN USO DE SU MEMORIA
“Acordaos de la mujer de Lot.” El discípulo de Jesús debe hacer un buen uso de su memoria:
con ella, en efecto, puede volver a aquella historia que, precisamente por haber sido visitada
por Dios, se convierte en fuente de sabiduría y, por ello, en maestra de vida. En este caso, la
invitación recae directamente sobre el Antiguo Testamento, que, para nosotros los cristianos,
constituye una fuente de enseñanzas siempre válidas y actuales.
La memoria del creyente no debe ser considerada como una mina de la que extraer materiales
más o menos preciosos. Esta memoria induce más bien al creyente a «captar» en el interior de
los acontecimientos históricos esos mensajes de los que Dios no priva a quienes le reconocen
como tal. Quien recuerda los hechos históricos del Antiguo Testamento, preocupado por captar
los motivos y los modos según los que interviene Dios, aprende no sólo a vivir en el tiempo
presente, sino también a orientar la antena de su fe hacia la meta final.
Ésa es la razón de que tal memoria se convierta en criterio de diagnóstico de todo lo que
acontece aquí y ahora, de suerte que no marque nunca el paso ni lentifique el ritmo de nuestra
peregrinación. Al mismo tiempo, esa memoria nos pide y nos habilita para superar peligrosas
distracciones -debidas sobre todo a la hipnosis de las cosas y de ciertas personas- y para
practicar ese distanciamiento que hace posible un juicio sereno y ecuánime sobre todo y sobre
todos. Más aún: esa memoria nos enseña a perder lo que debe ser perdido y a conservar lo
que debe ser conservado. Está clara la contraposición que existe entre una vida que sólo en
apariencia es tal -y que, en ocasiones, nosotros mismos apreciamos más que la verdadera- y la
vida nueva adquirida por quien está dispuesto a sacrificar la propia vida terrestre. La
orientación hacia el futuro de Dios es por lo menos clara.
ORACION
Señor, tú eres el camino, la verdad y la vida. Pero ¡cuántos semáforos en rojo encuentro en mi
camino! Por eso me aferro a los amigos como ancla de salvación; me entierro en mis
seguridades personales; me vendo a mi trabajo; me quedo encantado con lo que brilla; me
consagro a mi bienestar; me alineo con la superchería de los intolerantes; me distraigo con el
estruendo de tantas mentiras; sigo el trajín de una vida sin sentido, dictada por los que me
rodean.
Pero tú me avisas: reconoce a Dios como origen común y como creador para recuperar el
sentido de lo sagrado. Reconoce a todo hombre para recuperar tu humanidad, con sus valores
de fraternidad, de justicia, de libertad. Reconoce la naturaleza como fuerza que hemos de
respetar sin intentar someterla, explotarla, poseerla o reproducirla en copias cada vez más
desteñidas. Sólo así caminarás conmigo, y mi llegada te encontrará preparado. Sólo en
sintonía con los valores del Espíritu te salvarás y la muerte te encontrará preparado.