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HOMILÍA
33° DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
Lecturas Bíblicas:
Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
1ª Carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica 5, 1-6
Evangelio según san Mateo 25, 14-30
LA PARÁBOLA DE LA RECOMPENSA DE DIOS
En el evangelio según san Mateo, la parábola de los talentos forma parte, de
un cuerpo de tres parábolas sobre el reino de los cielos, que predicó Jesús en
Jerusalén, poco antes del desenlace final de su Pasión, Muerte y
Resurrección.
La primera parábola, esla parábola del servidor fiel (Mt. 24, 45-51), la
segunda es la parábola de las diez mujeres prudentes (Mt. 25, 1-13).
Las tres parábolas exhortan a la vigilancia y la fidelidad en la espera del reino
de los cielos, pero el reino se encarna en la persona del Hijo del Hombre, del
Mesías, de Jesús. Las tres parábolas se refieren al tiempo de la Iglesia que
media entre la primera y la segunda venida del Señor.
En la parábola de los talentos (Mt. 25, 14-30), debemos centrar la atención
en el tercero de los servidores del propietario que salió para un largo viaje.
¿Qué imagen tiene este hombre de su patrón “Exigente, cosecha donde no
ha sembrado y reúne donde no ha esparcido” Por eso tuvo miedo, y enterró
la bolsa de oro (el talento que se le confió, una medida monetaria que
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equivale a un capital importante con el cual hoy, en Argentina, se podría
adquirir una casa, hacer una buena inversión para algún negocio o ganar un
interés importante en un plazo fijo bancario).
En la parábola, el propietario que salió de viaje representa al mismo Señor.
Por tanto, se podría decir que hablamos de una imagen distorsionada de Dios
que tienen algunos hombres “Exigente, cosecha donde no ha sembrado y
reúne donde no ha esparcido”
En contraste con esta imagen del propietario, de Dios, está la imagen que de
Él tienen los otros dos servidores: es generoso, confía en sus servidores, les
encomienda la administración de sus bienes, y recompensa sobrada y
desproporcionadamente el servicio honesto y diligente de sus siervos :
“respondiste fielmente en lo poco, te encargaré mucho más”, a Él hay que
presentarle la liquidación de sus cuentas, pero no quita lo que les ha dado
sino que les da mucho más de los que les ha confiado al inicio “Entra a
participar del gozo de tu Señor”, entra a la fiesta ”lquetieneseledaráyle
sobrará” (Mt. 25, 28, que también encontramos en Mt. 13, 12).
A esta imagen de Dios que tienen los dos primeros servidores corresponde,
no el temor, sino el amor y la confianza , una confianza que da la auténtica
seguridad, conciliable con la libertad y la apuesta por el riesgo, como ocurre
en los mejores negocios de la tierra.
A esta imagen de Dios corresponde una justicia divina que no puede ser
equiparada a los cálculos humanos, cuya única lectura parece ser la de la
justicia conmutativa que no admite más que la paridad de un 1 igual a 1. Por
eso mismo, nos resistimos a comprender y aceptar que Dios quite el único
talento dado al servidor que, por temor a perderlo, lo entierra, pero al fin de
cuentas se lo devuelve a salvo. Las cuentas de Dios no son como las cuentas
nuestras. La justicia y el amor de Dios superan la capacidad de asimilación y
comparación con la idea de justicia que nos hacemos los hombres.
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Los talentos representan los dones de Dios al hombre. Los dones naturales,
pero sobre todo el don de la gracia, del reino de Dios. El reino de Dios es don
y es tarea para el hombre. Por eso, en la parábola se recompensa el trabajo
fiel y honesto y el cumplimiento de los deberes, y se sanciona con la
exclusión de la fiesta al servidor perezoso e inactivo, quien ya no es de fiar, y
le es quitado lo que inicialmente se le confió y él enterró en un pozo.
La espera del reino de Dios y la vigilancia significan, pues, trabajo y
dedicación activa, obras.
No importa si los talentos que recibió son 5 o 2, lo que importa es que no los
esconda sino que los multiplique y los haga rendir. Dios no anula la
creatividad, necesaria para una auténtica economía de mercado del reino.
Todo lo contrario, lo que la parábola precisamente resalta es la libertad, la
libertad e iniciativa del amor confiado . Hay que hacer fructificar los bienes del
reino, el capital del reino de Dios.
Es el trabajo, justamente, lo que la primera lectura del día, del libro de los
Proverbios, destaca, el trabajo de la mujer hacendosa, más valiosa que una
perla preciosa, en la que su marido confía.
Es la actividad, lo que también subraya san Pablo en la carta a los
tesalonicenses (segunda lectura) cuando exhorta a comportarse como hijos
de la luz, hijos del día, y no de la noche y las tinieblas, y estar despiertos,
velando, preparados para el regreso del Señor, que vendrá como un ladrón
en medio de la noche.
El servidor temeroso y perezoso de la parábola, que asume una actitud
pasiva, rutinaria y cómoda, nos recuerda al joven rico (Mt. 19, 16-22), el que
se animó a preguntar a Jesús “qué obras buenas debo hacer para alcanzar la
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vida eterna”, pero se quedó a mitad de camino, porque no fue capaz de
cumplir lo que el Señor le propuso “Si quieres ser perfecto, vende tus bienes ,
dáselos a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después sígueme ”, y
entonces “se volvió triste, porque era muy rico”
¿Qué imagen de Dios tienen los hombres de este mundo actual? Dios ha sido
sustituido por el hombre, el propietario por los administradores, la
civilización del amor por una sociedad que ha sido definida como la sociedad
del miedo y la sospecha y desconfianza recíproca entre los hombres.
Sólo la restitución de la fe en la imagen auténtica de Dios , un Dios que es
amor, de un Dios en quien confiar, podrá terminar con el miedo y recrear
una sociedad fundada en el amor y la libertad.
Ésta es la tarea de la nueva evangelización , que ocupará a la Iglesia mientras
espera, despierta, en vela, el regreso del Señor.
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga,
Buenos Aires, Argentina
Domingo 13 de noviembre de 2011