“Participar del gozo de tu Señor”, la parábola de los talentos
Mt 25, 14-30
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
SE TRATA MÁS BIEN DE UN ÁMBITO ÚTIL PARA HACER FRUCTIFICAR LOS BIENES
QUE NOS HAN SIDO ENTREGADOS.
El evangelio de Mateo trata una vez más de la cuestión del tiempo que transcurre entre la
pascua y el fin de los tiempos; en particular, del uso que hacemos del mismo. El tiempo de la
ausencia del amo no puede ser un pretexto para vivir de manera ociosa, sin hacer nada. No, se
trata más bien de un ámbito útil para hacer fructificar los bienes que nos han sido entregados.
Una vida entregada al servicio es una vida útil y rica de sentido. La santidad a la que está
llamado el creyente consiste en poner en acto las propias capacidades, por pequeñas o
grandes que sean, para beneficio de la comunidad. Comunidad de creyentes, antes que nada,
donde cada uno está llamado a dar pruebas de la entrega de sí mismo para el bien del
hermano. Pero también comunidad civil, en la que el cristiano puede aportar unos valores que
confieren sentido al vivir entre los hombres.
La historia es testigo de cómo han encarnado los cristianos, en las diferentes épocas, la
exhortación bíblica a trabajar con nuestras propias manos. De este trabajo ha resultado la
edificación de la sociedad, la impregnación de la cultura, en particular la occidental, de los
valores cristianos. Todavía hoy se distinguen los cristianos en el mundo (pensemos en los
países del Tercer Mundo) por su participación en el esfuerzo destinado a llevar una vida
decorosa para ellos y para sus propios hijos. Todo eso demuestra que quien encarna el espíritu
del Evangelio es una persona que se toma a pecho el bien de sus hermanos en la fe y el de
todos los hombres, contribuyendo así a la venida del Reino de Dios a la tierra.
ORACION
Oh Padre, te damos gracias por habernos llamado a construir tu Reino: a cada uno de nosotros
le has con- Hado una tarea, según sus capacidades. Sólo nos pides una cosa, no permanecer
inertes, no dejarnos vencer por el desánimo y por la desconfianza. ¿Para qué esforzarse tanto,
si no sirve para nada?, parecen decir muchos cristianos de hoy, confundidos entre la masa de
los que se dejan vivir y piden a los otros que se encarguen de la tarea de construir la sociedad.
Tú, en cambio, Señor, nos quieres activos, dispuestos a arriesgar en primera persona en tu
lugar, por ti, como los siervos de la parábola que recibieron el mandato de su señor. Sí, porque
tú has sido capaz, has querido arriesgar; te pusiste en juego cuando decidiste nacer del seno
de una mujer y no te echaste atrás frente al desprecio y a la muerte: hiciste tu parte como
hombre, en esta tierra, en tu tiempo. Ahora nos toca a nosotros, para que tu nombre sea
glorificado para siempre entre los hombres. Amen