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XXXIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Lunes
Lucas 18, 35-43
“¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea”. El Señor escucha la súplica
de aquel que implora piedad y le concede el milagro que le pide. Atendiendo a su
súplica no sólo cura su ceguera física, liberándolo así de su estado de miseria y
postracin, sino que también lo libera de su pecado: “tu fe te ha salvado”.
La alegría y gratitud del ciego curado se expresa en el seguimiento
comprometido: “lo sigui por el camino”.
El Seor Jesús es “la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a
este mundo” ( Jn 1,9), luz que nos ilumina a ti y a mí. Si quieres ver con la luz del
Señor, si queremos comprender realmente el misterio que es Él, así como el
sentido hermosísimo de su existencia, si queremos responder a las ansias
profundas de Infinito que con fuerza experimentamos palpitar en nuestro corazón,
si queremos responder a nuestro yo y nostalgia de Dios, no nos cansemos de
buscar en Él esa luz y de pedirle insistentemente como Bartimeo: “Maestro, ¡que
vea!” ( Mc 10,51).
Así, renovando día a día esta humilde súplica, haciendo que ese grito sea más
fuerte que las “voces” de la ilusin, de la mentira y del engao que buscan
seducirnos, procuremos nutrirnos de las enseñanzas del Señor Jesús, asimilando y
haciendo propios los criterios de Jesús para iluminar así, todos nuestros pasos, las
opciones y decisiones de la vida cotidiana.
Y como Bartimeo, una vez curados de nuestra ceguera por la luz que el Señor
derrama en nuestra mente y corazón, no dejemos de seguirlo cada día, con
perseverancia y gratitud, por el camino que conduce a la Vida plena y eterna.
San Teófilo de Antioquia nos dice al respecto “Ven a Dios los que son capaces
de mirarlo, porque tienen abiertos los ojos del espíritu. Porque todo el mundo tiene
ojos, pero algunos los tienen oscurecidos y no ven la luz del sol. Y no porque los
ciegos no vean ha de decirse que el sol ha dejado de lucir, sino que esto hay que
atribuírselo a sí mismos y a sus propios ojos. De la misma manera tienes tú los ojos
de tu alma oscurecidos a causa de tus pecados y malas acciones”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)