Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 33, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Viviremos según la alianza de nuestros padres * ¡Si
comprendieras lo que conduce a la paz!
Textos para este día:
1 Macabeos 2,15-29:
En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la
fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas
acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le
dijeron: "Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás
respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el
rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han
quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os
premiarán con oro y plata y muchos regalos." Pero Matatías respondió en voz alta:
"Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la
religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis
parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de
abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey,
desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda."
Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar
sobre el ara de Modín, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatías se indignó,
tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre
sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y
derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zamrí, hijo de Salu.
Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: "El que sienta celo por la ley y
quiera mantener la alianza, ¡que me siga!" Después se echó al monte con sus hijos,
dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para
instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.
Lucas 19,41-44:
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando:
"¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está
escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras,
te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán
piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida."
Homilía
Temas de las lecturas: Viviremos según la alianza de nuestros padres * ¡Si
comprendieras lo que conduce a la paz!
1. Cuando la Ira es Santa
1.1 La ira nos puede llevar a cometer gravísimos errores, pero hay en ella un
aspecto de fortaleza interior que también puede tener un uso bueno. La primera
lectura de hoy es un buen ejemplo de ello.
1.2 La ira, según santo Tomás, es aquella pasión del alma que surge como
respuesta a un mal presente frente al cual nos rebelamos. En sí misma, pues, es la
búsqueda vigorosa, ardiente de un camino para el bien que vemos directamente
amenazado.
1.3 Es verdad que la ira es mala muchas veces, cuando procede
desordenadamente, es decir, no según razón sino según conveniencia, venganza o
cosa parecida. Mas la ira puede ser buena, nos explica Tomás (Suma Teológica II-
II, q. 158, art. 1), y en ese caso mejor se le llama "celo". Sin el celo por la causa de
Dios poco se hace por el reinado de Dios.
1.4 La falta de celo, pues, es un grave pecado que los santos han denunciado en
todas las épocas. Especialmente reprochable es en los sacerdotes y pastores del
pueblo de Dios. Isaías los llama "perros mudos" en duro pasaje: "sus centinelas son
ciegos, ninguno sabe nada. Todos son perros mudos que no pueden ladrar,
soñadores acostados, amigos de dormir" (Is 56,10).
1.5 Pero nadie diga que no está obligado, porque nos enseña san Gregorio Magno:
"Uno recibe la inteligencia, y por este talento queda obligado a la predicación. Otro
recibe bienes terrenales, y este debe distribuir su talento de esos bienes. Otro no
recibió ni la inteligencia ni bienes terrenos, pero aprendió el arte que profesa: a
este se le reputa como talento recibido su mismo arte. Otro nada de esto ha
recibido, pero quizás mereció el trato de algún rico: este, por lo tanto, recibió el
talento de la familiaridad. Luego si no le habla en favor de los pobres, es condenado
por la retención del talento. Luego el que tiene talento procure no callar; el que
tiene riquezas trate de no cansarse en las obras de misericordia; el que posee un
arte o profesión trate muy principalmente de que su uso y utilidad redunde en
provecho del prójimo" (Hom. 9 sobre los Evang.).
2. Jesús Llora
2.1 Hay un misterio de augusta belleza en la imagen de Cristo con los ojos
colmados de llanto. El evangelio de hoy nos presenta, a lo lejos, la ciudad santa
que no conoció el tiempo de la visita de Dios, y a nuestro Señor arrasado en
lágrimas de amor, de un amor no correspondido.
2.2 El nombre de "Jerusalén" se interpreta comúnmente como "visión de paz". Y a
ello parece aludir Jesucristo cuando exclamó con el corazón entristecido: "¡Si en
este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz!" ¿A qué se refería
Nuestro Señor? ¿Había una paz posible para aquella ciudad asfixiada por el Imperio
Romano y recalentada por las iras de sus hijos descontentos? Cristo pensaba que
sí.
2.3 "No aprovechaste la oportunidad que Dios te daba", dice el Señor. ¡Qué
palabras tan duras! ¡Cuánto habrán de doler estas palabras pocos años después,
cuando en el año 70 se desfogue la crueldad del emperador Tito contra ella! No
podemos callar que esto es lección para nosotros. ¿Qué hacemos con las
oportunidades que Dios nos da?
2.4 Más en las palabras de Cristo no hay tanto el anuncio de un castigo como la
semilla de algo nuevo; algo que tenía que nacer sobre las ruinas de la ciudad
antigua. Nosotros, como Pablo, aunque lloramos por el destino aciago que sufrió y
sufre Jerusalén en el actual Estado de Israel, exclamamos con viva convicción:
"Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre" (Gál 4,26).
2.5 Y con los ojos todavía húmedos elevamos nuestra mirada con el Apocalipsis a
los cielos, y una voz profunda y enamorada nos dice: "vi la ciudad santa, la nueva
Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada
para su esposo". Entonces entendemos que el Novio, Cristo, un día podrá olvidar
sus lágrimas de hoy.