XXXIV Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Introducción a la Semana
Terminamos el año litúrgico leyendo algunos fragmentos del libro de Daniel. Se
sitúa en la misma época que los de Macabeos, hacia mediados del siglo II antes
de Cristo y proyecta su mirada hacia el futuro. La primera parte son relatos que
utilizan referencias del tiempo que siguió al destierro en Babilonia (casi cuatro
siglos antes), para subrayar la iniciativa de Dios, siempre vigente a favor de su
pueblo. Aquí se sigue hablando de fidelidad a las tradiciones judías, cuya
observancia atrae la atención de Dios, que obra prodigios en medio del ambiente
pagano. Su intervención, a través de Daniel y sus compañeros, augura el fin de
esos reinos idólatras y opresores, alguno de cuyos reyes termina reconociendo
incluso al Dios de Israel, admirado por el comportamiento ejemplar de aquellos
creyentes insobornables.
La segunda parte del libro describe una serie de visiones apocalípticas del
profeta que anuncian también el declive de los reinos de la tierra, después de
haber ejercido un dominio tiránico sobre ella. Ante el tribunal de Dios, serán
desposeídos de su poder y sólo prevalecerán los que le son fieles, el “pueblo de
los santos del Altísimo”, que “será un reino eterno”. Es una mirada penetrante al
horizonte mesiánico futuro, que hallará su cumplimiento en el reino predicado e
inaugurado por Jesucristo, el cual, a su vez, sólo se consumará en la escatología,
es decir, al final de la historia presente.
De ese final habla también Jesús, con tres referencias distintas: la destrucción
del templo de Jerusalén, por no haber aceptado la nueva alianza que él viene a
establecer; la persecución que sufrirán los que le sigan; y el fin de los tiempos,
evocado, en cierto modo, en esos dos acontecimientos precedentes: será el
encuentro definitivo con el Señor, para el que hay que prepararse cada día con
la vigilancia y la oración.
La fiesta de la Presentación de la Virgen, de origen oriental, está basada en un
relato de los evangelios apócrifos (=no canónicos) que habla de la dedicación de
María, desde muy pequeña, al servicio de Dios.- Santa Cecilia, patrona de la
música sacra, es una mártir del siglo III, venerada en la Iglesia desde el siglo VI
como ejemplo eminente de mujer cristiana y cuyo nombre figura en la Plegaria
eucarística primera.
Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)
Con permiso de dominicos.org