“pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.”
Lc 21, 1-4
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL POCO DE LA VIUDA SE CONVIERTE EN TODO
La perícopa evangélica nos pone ante una situación que, en su sencillez, nos empuja a
una reflexión sobre el valor del don, del don de nosotros mismos. Es evidente que la
viuda pobre ha realizado un gesto extremadamente elocuente, mientras que el gesto de
los ricos se revela, por lo menos, opaco y mezquino. El gesto del que da con
generosidad, pero sobre todo con confianza, revela, por un lado, el corazón del que da
y, por otro, el valor de aquel a quien se ofrece el don. En consecuencia, es el corazón lo
que da valor y otorga importancia al don. La viuda pobre manifiesta un corazón
totalmente abierto a Dios, lleno de una extrema confianza en él, y, al mismo tiempo,
manifiesta el valor sumo que tiene Dios para ella. Ese gesto asume, por consiguiente,
un valor religioso: es un acto de fe, un acto de abandono en la divina providencia; en
último extremo, un acto de adoración.
El don, por tanto, tiene la capacidad de unir y conectar a dos personas: no tanto por el
valor de lo que se da como por el valor del corazón del donante y por el valor del
corazón de aquel a quien se ofrece el don, sea quien sea. Más aún, desde una
perspectiva religiosa, la fe es capaz de llevar a cabo una especie de inversión de los
valores, de suerte que el poco de la viuda se convierte en todo, mientras que el mucho
de los ricos se convierte en poco. Por último, lo que embellece al don es la intención que
lo acompaña, lo orienta y lo consuma: si la finalidad del gesto oblativo es Dios, entonces
el don asume un valor excepcionalmente grande. Es Dios quien lo recibe, lo aprecia y lo
acepta.
ORACION
“DIOS AMA A QUIEN DA CON ALEGRÍA” (2 Cor 9,7).
Señor, ¿qué sería nuestra vida si fuera tocada por dones con las mismas características
y bienaventuranzas que los tuyos?
Dones desinteresados que permitan crecer: ¿conoceríamos la avidez y el engaño?
Dones duraderos basados en promesas fieles y veraces: ¿conoceríamos el divorcio?
Dones generativos que produzcan vida al darse a sí mismos: ¿conoceríamos el aborto?
Dones que se multiplican al ser distribuidos: ¿conoceríamos la indigencia?
Dones que consuelan al que sufre: ¿conoceríamos la soledad?
Dones que perdonan al que se ha equivocado: ¿conoceríamos la venganza o el rencor?
Dones que acogen sin distinción de cultura, de fe, de lengua, de color: ¿conoceríamos
la discriminación?
Dones de paz y de fraternidad: ¿conoceríamos la violencia, la guerra, el atropello?
Dones de reconocimiento por las dos moneditas de la viuda: ¿conoceríamos la
ingratitud?
Oh Señor, nuestra naturaleza herida y corrupta, so pretexto de acciones nobles,
transmite a menudo dones enmascarados por su propio egoísmo y por su propia
vanidad. Haz que nuestros dones encarnen sólo las intenciones del amor.