EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 5,17-26.
Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y
doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de
Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar.
Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y
buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza
y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo
pusieron delante de Jesús.
Al ver su fe, Jesús le dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados".
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: "¿Quién es este que
blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?".
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Qué es lo que están
pensando?
¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados están perdonados', o 'Levántate y camina'?.
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de
perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla
y vuelve a tu casa".
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa
alabando a Dios.
Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor:
"Hoy hemos visto cosas maravillosas".
Comentario del Evangelio por
San Gregorio de Agrigento (hacia 559-hacia 594), obispo
Sobre el Eclesiástico, libro 10,2; PG 98, 1138
«¡Hoy hemos visto cosas extraordinarias!»
Dulce es la luz, y qué bueno es contemplar el sol con los ojos de la carne...;
por eso ya dijo Moisés: «Y Dios vio la luz, y dijo que era buena» (Gn 1,4)...
Cuán bueno es pensar en la grande, verdadera e indefectible luz «que ilumina
a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9), es decir, Cristo, el Salvador y
libertador del mundo. Después de haberse desvelado a los ojos de los profetas, se
ha hecho hombre y ha penetrado hasta las profundidades más hondas de la
condición humana. Es de él que habla el profeta David: «Cantad a Dios, tocad en su
honor, alfombrad el camino del que avanza por el desierto; su nombre es el Señor:
alegraos en su presencia» (Sl 67, 5.6). Y también Isaías, con su potente voz: «El
pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras,
y una luz les brilló» (Is 9,1)...
Así pues, la luz del sol vista por nuestros ojos de carne anuncia al Sol
espiritual de justicia (Ml 3,20), el más bello de cuantos se han levantado para
aquellos que han tenido el gozo de ser instruidos por él y de mirarle con sus ojos de
carne, mientras vivía entre los hombres como un hombre cualquiera. Y, sin
embargo, él no era un hombre cualquiera, puesto que había nacido verdadero Dios,
capaz de devolver la vista a los ciegos, de hacer caminar a los tullidos, de hacer oír
a los sordos, de purificar a los leprosos y, con una sola palabra, devolver a los
muertos, la vida. (Lc 7,22).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”