“Tengan cuidado, no se dejen engañar”
Lc 21, 5-9
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EXISTE SIEMPRE LA POSIBILIDAD DE SER ENGAÑADO Y DESVIADO
Los símbolos del libro del Apocalipsis y el lenguaje escatológico suponen, qué duda cabe,
cierta dificultad para la comprensión del mensaje bíblico. Este hecho nos confirma en la
certeza de que el nuestro es un camino de fe: los símbolos tienen que ser interpretados y las
palabras comprendidas.
Para el que camina por los senderos de este mundo, existe siempre la posibilidad de ser
engañado y desviado. Por algo insiste Lucas, en este discurso, en señalar que la seducción
será sobre todo doctrinal: los falsos profetas tienen la pretensión de atribuirse la importancia
y la autoridad de Jesús y, sobre todo, se atreven a anunciar el fin como inminente. Lucas
aclara que estos hechos pertenecen aún a la historia y no al “fin de los tiempos”: en efecto,
deben suceder antes estas cosas, pero eso no significa que inmediatamente después venga
el fin.
Es como decir que el discernimiento no puede ser fruto únicamente de una intuición personal
o de cierta capacidad crítica. Al contrario, es fruto de la vida de fe y debe caracterizar la vida
y la actitud de una comunidad de fe que, con la luz de la Palabra y la fuerza del Espíritu,
aprende día tras día a leer los signos de los tiempos, a discernir entre el bien y el mal, entre
lo verdadero y lo falso.
La invitación de Jesús, «No vayáis detrás de ellos», nos pone en guardia contra un falso
seguimiento que podría reemplazar al que nos mantiene encaminados tras los pasos de
Jesús. Por eso, el verdadero discernimiento se manifiesta también y sobre todo en algunas
opciones de vida que pueden tener también un precio elevado, frente a las ilusiones y fáciles
promesas de los falsos profetas.
ORACION
Oh Señor, ayúdame a establecer una sabia relación con el tiempo: no una relación
atrincherada en el pasado, que ya no es, ni una relación perdida en el futuro, que todavía no
es. Haz que toda mi energía se dirija al presente para dar significado a toda acción y para
valorar cada acontecimiento, de suerte que esté en sintonía con tu designio y sea capaz de
transformar en novedad lo que puede correr el riesgo de ser rutina. Hazme comprender cuán
discreto es el que sabe “perder el tiempo” en admirar una puesta de sol, en escuchar el
mensaje de una hoja caída, en observar un hormiguero en acción, en contemplar un rostro
bello, en consolar a quien lo necesita... En suma, en estar receptivo a todo lo que existe.
Sé que la vida es una misión de la que deberé rendir cuentas: haz que permanezca vigilante
para que -como decía Pascal- no me haga culpable de dejar correr el tiempo como un niño
deja correr la arena entre sus dedos.
Oh Señor, haz que tus palabras, “Estad preparados para cuando venga”, caminen siempre
delante de mí.