EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 1,26-38.
En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de
David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el
Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar
ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de
David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún
hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era
considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has
dicho". Y el Angel se alejó.
Comentario del Evangelio por
Eadmer (v. 1064–1141), monje inglés
La Concepción de María
«Llena de gracia»
Oh María, Madre nuestra, el Señor te hizo su madre única, constituyéndote
también madre y soberana del universo. Por esto te formó por obra de su Espíritu,
desde el primer instante de tu concepción en el seno de tu madre. Madre nuestra,
esto es lo que nos alegra hoy. Y te preguntamos, dulcísima María, reina prudente y
noble, ¿es posible colocarte al mismo nivel o por debajo de otras criaturas?
El apóstol de la verdad afirma con certeza que todos los hombres pecaron en
Adam (Rm 5,12)... Pero considerando la calidad eminente de la gracia divina que
hay en ti, observo que estás colocada de modo inestimable; a excepción de tu Hijo,
estás por encima de todo lo que ha sido hecho. Y concluyo que, en tu concepción,
no debiste estar ligada a la misma ley de la naturaleza humana que otros seres
humanos. Por la gracia eminente que te ha sido concedida, quedaste
completamente liberada de la amenaza de todo pecado. ¡Gracia singular y acción
divina impenetrable a la inteligencia humana!
Sólo el pecado puede alejar a los hombres de la paz de Dios. Para quitar este
pecado, para devolver al género humano la paz de Dios, el Hijo de Dios quiso
hacerse hombre, pero de tal manera, que en él nada participara de lo que separaba
al hombre de Dios. Para realizar esto, convenía que su madre estuviera pura de
todo pecado. Si no, ¿cómo nuestra carne habría podido unirse tan íntimamente a la
pureza suprema, y el hombre asumido en una unidad tan grande con Dios, que
todo aquello que es de Dios pertenecía al hombre y todo lo que es del hombre
pertenecería a Dios?
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”