Parábola de la higuera.
San Lucas 21, 29-33
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
NOS OFRECE JESÚS UNA CLAVE INTERPRETATIVA
Ya hemos hecho alusión al estilo parenético-exhortatorio de Lucas, signo que manifiesta una
intención equivalente por parte de Jesús. Los verbos que se suceden indican claramente esta
tendencia: “Miren... cuando vean... se dan cuenta... sepan...”. Ningún creyente se puede
sustraer a esta invitación: tenemos el deber concreto no sólo de mirar y ver, sino también de
darnos cuenta y comprender. No, a buen seguro, con la pretensión de sondear el misterio, sino
con la plena confianza de poder apropiarnos del mensaje de consuelo y liberación que Jesús
ha venido a traernos. Con otras palabras, Jesús lanza una llamada a la inteligencia de sus
discípulos, sin ofrecerles una solución preparada y clara.
De este modo expresa asimismo su calidad de maestro, que tiende a implicar a sus discípulos
en la comprensión del misterio que él mismo ha recibido de su Padre. Aquí se capta no sólo el
trabajo, sino también la belleza de ese camino de búsqueda que el gran pedagogo Jesús indicó
a la gente de su tiempo y sigue indicando todavía a cada hombre y a cada mujer de buena
voluntad.
Para comprender, es decir, para leer en el fondo de los acontecimientos históricos que nos
implican y nos esperan, nos ofrece Jesús una clave interpretativa: la luz de sus palabras y,
sobre todo, la de su ejemplo. En efecto, el cristiano no pretende comprender sólo desde el
punto de vista intelectual, sino también y sobre todo desde un punto de vista vital: lo que
sucede en la historia individual y comunitaria puede ser comprendido como signo de una
presencia divina, puede ser acogido como don del Señor, puede ser interpretado como
estímulo para reemprender el camino del Evangelio, en perfecta fidelidad al mandamiento de
Dios y al ejemplo de Jesús.
ORACION
La muerte es la gran cita que nos espera a todos y que nuestra sociedad materialista ha
convertido en un tabú insuperable, difundiendo su terror. Oh Señor Jesús, tú que venciste a la
muerte, abre nuestros corazones y nuestras mentes para comprender que la muerte es un
proceso humano como el nacimiento: es nacer a una existencia diferente.
La muerte es el punto de llegada tras la agotadora marcha de la vida, durante la cual caemos,
nos cansamos, nos sentimos solos, sedientos, dudando de si podremos llegar a la meta. Oh
Señor, libéranos del miedo a la muerte y haz que su pensamiento nos ayude a vivir mejor, para
poder habitar un día en tu casa.
La muerte es asimismo el punto de partida para quien ha vivido bien., intentando conocerte
cada vez mejor, amarte cada vez más y servirte en los hermanos. Oh Señor, concédenos
experimentar en nuestro morir cotidiano el poder de tu resurrección, de suerte que podamos
vivir cada acontecimiento a la luz radiante de la vida que nos espera .