EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la III Semana de Adviento
Libro de Isaías 45,6b-8.18.21b-25.
Para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí.
Yo soy el Señor, y no hay otro.
Yo formo la luz y creo las tinieblas, hago la felicidad y creo la desgracia: yo, el
Señor, soy el que hago todo esto.
Destilen, cielos, desde lo alto, y que las nubes derramen la justicia! ¡Que se abra la
tierra y produzca la salvación, y que también haga germinar la justicia! Yo, el
Señor, he creado todo esto.
Porque así habla el Señor, el que creó el cielo y es Dios, el que modeló la tierra, la
hizo y la afianzó, y no la creó vacía, sino que la formó para que fuera habitada: Yo
soy el Señor, y no hay otro.
¡Declaren, expongan sus pruebas! ¡Sí, deliberen todos juntos! ¿Quién predijo esto
antiguamente y lo anunció en los tiempos pasados? ¿No fui yo, el Señor? No hay
otro Dios fuera de mí; un Dios justo y salvador, no lo hay, excepto yo.
Vuélvanse a mí, y serán salvados, todos los confines de la tierra, porque yo soy
Dios, y no hay otro.
Lo he jurado por mí mismo, de mi boca ha salido la justicia, una palabra
irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, toda lengua jurará por mí,
diciendo: Sólo en el Señor están los actos de justicia y el poder. Hasta él llegarán
avergonzados todos los que se enfurecieron contra él.
En el Señor hallará la justicia y se gloriará toda la descendencia de Israel.
Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su
pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su
pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón.
Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.
Evangelio según San Lucas 7,18-23.
Juan fue informado de todo esto por sus discípulos y, llamando a dos de ellos,
los envió a decir al Señor: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?".
Cuando se presentaron ante él, le dijeron: "Juan el Bautista nos envía a
preguntarte: '¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?'".
En esa ocasión, Jesús curó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y
de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos.
Entonces respondió a los enviados: "Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído:
los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos
oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres.
¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!".
Comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II
Encíclica «Dives in Misericordia» § 3 (trad. © copyright Libreria Editrice
Vaticana)
«Se anuncia la buena noticia a los pobres»
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los
pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación
de la vista; para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia
del Señor» (Lc 4,18-19).Estas frases, según san Lucas, son su primera declaración
mesiánica, a la que siguen los hechos y palabras conocidos a través del Evangelio.
Mediante tales hechos y palabras, Cristo hace presente al Padre entre los hombres.
Es altamente significativo que estos hombres sean en primer lugar los pobres,
carentes de medios de subsistencia, los privados de libertad, los ciegos que no ven
la belleza de la creación, los que viven en aflicción de corazón o sufren a causa de
la injusticia social, y finalmente los pecadores. Con relación a éstos especialmente,
Cristo se convierte sobre todo en signo legible de Dios que es amor; se hace signo
del Padre. En tal signo visible, al igual que los hombres de aquel entonces, también
los hombres de nuestros tiempos pueden ver al Padre.
Es significativo que, cuando los mensajeros enviados por Juan Bautista
llegaron donde estaba Jesús para preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?» , El, recordando el mismo testimonio con que había
inaugurado sus enseñanzas en Nazaret, haya respondido: « Id y comunicad a Juan
lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan
limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados»,
para concluir diciendo: «y bienaventurado quien no se escandaliza de mí».
Jesús, sobre todo con su estilo de vida y con sus acciones, ha demostrado
cómo en el mundo en que vivimos está presente el amor, el amor operante, el
amor que se dirige al hombre y abraza todo lo que forma su humanidad. Este amor
se hace notar particularmente en el contacto con el sufrimiento, la injusticia, la
pobreza; en contacto con toda la «condición humana» histórica, que de distintos
modos manifiesta la limitación y la fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea
moral. Cabalmente el modo y el ámbito en que se manifiesta el amor es llamado
«misericordia» en el lenguaje bíblico. Cristo pues revela a Dios que es Padre, que
es «amor», como dirá san Juan en su primera Carta (4,16); revela a Dios «rico de
misericordia», como leemos en san Pablo (Efe. 2,4).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”