Miércoles 30 de Noviembre de 2011
San Andrés apóstol
Romanos 10,9-18
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo
resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la
justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura: "Nadie que cree en él quedará defraudado." Porque no hay
distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso
con todos los que lo invocan. Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se
salvará". Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en él?; ¿cómo van a creer,
si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van
a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: "¡Qué hermosos los pies de los
que anuncian el Evangelio!"
Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: "Señor,
¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?" Así, pues, la fe nace del mensaje, y el
mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: "¿Es que no lo han oído?"
Todo lo contrario: "A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe
su lenguaje."
Salmo responsorial: 18
RA toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, / el firmamento pregona la obra de sus
manos: / el día al día le pasa su mensaje, / la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su voz, / a toda la
tierra alcanza su pregón / y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.
Mateo 4,18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos,
a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el
copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré
pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y,
pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a
Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús
los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
COMENTARIOS
Encontramos en el evangelio de hoy varios elementos del llamado al
seguimiento, que Jesús dirige a todas las personas y comunidades.
Jesús toma la iniciativa. No esperó, sino salió al encuentro y tomó la palabra:
“Vengan conmigo...”. El se acerca a nuestra vida cotidiana, en nuestro trabajo, en
nuestra comunidad. Tenemos que aprender a ser sensibles a sus acercamientos, en
las personas necesitadas, en las situaciones de compromiso en favor de la justicia,
en los llamados a defender la vida…
Jesús no nos llama a seguirlo para aislarnos del resto de su pueblo. Nos
invita a un servicio para la vida, a realizarse en medio de la comunidad. Él llamó a
los discípulos para comprometerles en una misión que suponía seguirle y para
transmitirles un mensaje que, a la vez, debe vivirse en el camino.
Esta invitación de Jesús afecta a toda la persona. Por eso, los discípulos no se
quedaron con las redes. Fue necesario para ellos un cambio de vida. Así también
con nosotros, no podemos seguir siendo iguales, después de acoger la invitación
que Jesús nos hace.
Jesús hace también la misma invitación a las comunidades cristianas del
presente.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de servicios KOINONÍA)