“Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo”
Lc 10, 21-24
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
Dios actúa de modo imprevisible, desconcertando nuestra sabiduría humana. Ciertamente, los
caminos que nos hace recorrer para llevarnos a la salvación son inéditos, nuevos, inesperados,
como sugiere el tema del “renuevo de Jesé”. El retoño que comienza a despuntar en tronco
talado, en medio de un bosque de solado, me recuerda su fidelidad, su promesa inquebrantable
y el privilegio de los humildes y pequeños a sus ojos.
También yo seré un privilegiado si acojo el don del Espíritu, que se posó sobre Jesús, el
renuevo mesiánico y como Jesús, con la fuerza del Espíritu, ha podido descubrir en los éxitos
controvertidos de su propia misión el plan sabio del Padre, también yo podré gozar de la
atención delicada y llena de ternura que Dios reserva a los pobres y sencillos.
Entonces me encontraré entre aquellos a los que el Hijo revela el misterio de amor de su Padre
dándoles entrada en su misma relación de comunión e intimidad.
El Hijo amado del Padre viene a regalarme la vida filial, la verdadera sabiduría, el don del
Espíritu con el que Dios quiere colmarme y al mundo entero para superar los desgarrones y
divisiones, que parecen ser la triste herencia de los humanos.
ORACION
Señor Jesús, renuevo de Jesé, el Padre ha posado sobre ti el Espíritu. Derrama en nosotros el
Espíritu que nos guíe en la búsqueda de la verdadera sabiduría para saber vivir bien y lograr la
felicidad verdadera. Derrama en nosotros tu Espíritu, para que nos conceda el comprender
nuestra historia en el plan de Dios Padre. Derrama en nosotros el Espíritu de consejo y
valentía, para poder tomar decisiones juiciosas y concretizarlas en hechos con perseverancia,
paciencia y tenacidad.
Derrama en nosotros el Espíritu de conocimiento, para poder tener contigo una profunda
familiaridad que nos permita penetrar los secretos de tu corazón manso y humilde. Derrama en
nosotros el Espíritu del temor del Señor, para que la voluntad del Padre sea verdaderamente el
centro de nuestros pensamientos, deseos y proyectos. Derrama en nosotros el Espíritu con el
que revelas al Padre a los pequeños, a los pobres, para que nos haga pobres, gozosos y libres
a imitación tuya, el Hijo que nos colma de alegría.