Uno que no conocemos
Adviento es la revelación de Jesucristo. El encuentro con Él. Podemos
mirarlo desde una doble perspectiva: Como acontecimiento, como mensaje.
Como acontecimiento-Cristo es único, insuperable, irrebasable. Como
mensaje tenemos que mirarlo desde la perspectiva de un Jesús histórico,
encarnado en una cultura, con lengua propia, en un contexto geográfico
determinado. Pero abierto a todos los pueblos, a la humanidad.
Juan es el “testigo” que nos habla en propiedad de términos de un Alguien a
quien no conocemos. Esto duele como bofetada a mano limpia. ¡No le
conocemos! Llevamos su nombre: “Cristianos y cristianas”. Frecuentamos
su Iglesia. Hacemos bautizar a las criaturas recién nacidas cuando ya
hemos conseguido el padrinazgo. ¡Dios mío! Y no le conocemos…
Isaías nos narra la ´consagración´ de Jesús como el Mesías. Nos viene a
develar el rostro misericordioso del Padre. Viene a liberarnos. A dar buenas
noticias. A romper los cerrojos de las cárceles, comenzando por las rejas
duras de nuestro egoísmo y abriéndonos a la solidaridad universal con el
pobre, con los discapacitados. Sólo en Ellos se nos deja reconocer.
Pablo ensaya las primeras notas del himno a la alegría: “¡Alégrense!,
repetido, salmodiado, cantado, danzado. Va unido a la gratitud, al don del
Espíritu, a la profecía. Son signos fehacientes del conocimiento que
podemos tener de Jesús, de nuestra fe y de la conducta que nos hace
acreedores a ser sus testigos como Juan, como todos los mártires de la
historia. El adviento nos recuerda esta exigencia testimonial.
Cochabamba 11.12.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com