“¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?”
Mt 9, 27-31
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL PASO DE LA CEGUERA A UN VER CON OJOS NUEVOS
En la narración evangélica de la curación de los dos ciegos encuentro la parábola de la
profunda transformación que la Buena Noticia obra en mí si la acojo con fe: el paso de la
ceguera a un ver con ojos nuevos, no ofuscados.
La vida vieja, existencia marcada por el pecado, me llevaba a una visión desenfocada de mí
mismo, de los otros y de las situaciones de mi vida. La Buena Noticia , por el contrario, me
ha abierto los ojos para ver mi ceguera, la necesidad de curación y salvación, que estaban
ocultas.
Como recuerda el evangelio de Juan, si creo ver, quedaré siempre en mi ceguera, porque
permanece mi pecado (Jn 9,41). Si, por el contrario, como los ciegos de la curación de
Mateo, pido al Señor que sane mi ceguera, recibo de él el don de la vista.
Así comienzo a ver, primero un tanto borroso y luego más claramente, la acción del Señor
en mi historia, en la de mis hermanos y hermanas. La fe en el Evangelio me lleva a discernir
los signos luminosos de la venida de Dios en mi vida, precisamente donde de otro modo
sólo aparecen fragmentos disgregados.
Como los ciegos del evangelio me veo revestido de la piedad de Cristo, acogido en su casa,
tocado por su mano misericordiosa. El evangelio me pone de manifiesto con nueva luz a los
demás y aprendo a estimar lo que el mundo espontáneamente no aprecia: a los humildes,
los pobres, los oprimidos.
ORACION
¡En tu luz veremos la luz! Padre de la luz, no permitas que el poder de las tinieblas se
apodere de nuestro corazón; abre con la gracia de tu Espíritu nuestros ojos.
Cristo Jesús, verdadera luz venida a nuestro mundo para iluminarlo, sana nuestra ceguera,
vence la oscuridad que nos asedia, para que aprendamos a ver las maravillas del amor de
Dios con nosotros.
Espíritu Santo, luz de los corazones, renueva nuestros ojos para que podamos comprender
que tú no miras como mira el hombre, sino lo que Dios ama.
Bienaventurada y Santa Trinidad, ilumínanos hasta lo más hondo para que nosotros, que en
otro tiempo éramos tinieblas, podamos hoy resplandecer en el mundo como verdaderos
hijos de la luz manifestando su fruto de bondad, justicia y verdad.