EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 5,33-36.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la
salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un
instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el
Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre
me ha enviado.
Comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín (?-v. 420), obispo
CC Sermón 62, 261s; PL 57, 537
"Enciendo una lámpara para mi Ungido" (Salmo 131,17)
Mientras todo el mundo se sentía abrumado por las tinieblas del diablo y la
oscuridad del pecado que gobernaba el mundo, un nuevo sol, nuestro Señor
Jesucristo, tuvo a bien, llegado el tiempo, entrada la noche, extender los primeros
rayos del amanecer. Antes de que aparezca esta luz, es decir, antes de que se
manifieste "el sol de justicia" (Mateo 3:20), Dios ya había anunciado por los
profetas, como una aurora: «envié a mis profetas antes que a la luz "(Jr 7,25
Vulgata). Más tarde, el mismo Cristo ha extendido sus rayos, es decir, sus
apóstoles, para hacer resplandecer su luz y llenar el mundo de su verdad, para que
nadie se pierde en la oscuridad...
Nosotros, los hombres, para realizar las tareas indispensables, antes de que el
sol de este mundo se levante, nos anticipamos a la luz con una lámpara. Ahora el
sol de Cristo, también tiene su lámpara, que precedió a su venida, como dice el
profeta: "Enciendo una lámpara para mi Ungido" (Salmo 131,17). El Señor indica
cuál es esta lámpara, diciendo de Juan el Bautista: "Este es la lámpara que arde y
brilla". Y el mismo Juan, dijo, como si fuera la tenue luz de una linterna que va
delante suyo: «Pero viene, el que es más fuerte que yo, a quien no merezco
desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego"(Lc
3:16). Al mismo tiempo, entendiendo que su luz tenía que ser eclipsada por los
rayos del sol, predijo: "Él debe crecer y yo tengo que menguar" (Jn 3:30). De
hecho, como la luz de una linterna se apaga con la llegada del sol, de igual modo,
el bautismo de arrepentimiento proclamado por Juan, ha perdido su valor con la
llegada de la gracia de Cristo .
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