Lunes 05 de Diciembre de 2011
Lunes 2ª semana de Adviento 2011
Isaías 35,1-10
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa,
florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del
Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la
belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas
vacilantes, decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a
vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará." Se
despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo
el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto,
torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco, un manantial. En el
cubil donde se tumbaban los chacales brotarán cañas y juncos. Lo cruzará una
calzada que llamarán Vía Sacra: no pasará por ella el impuro y los inexpertos no se
extraviarán. No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces; sino que
caminarán los redimidos y volverán por ella los rescatados del Señor. Vendrán a
Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y
aflicción se alejarán.
Salmo responsorial: 84
R/ Nuestro Señor viene y nos salvará.
Voy a escuchar lo que dice el Señor: / "Dios anuncia la paz / a su pueblo y
sus amigos." / La salvación está ya cerca de sus fieles, / y la gloria habitará en
nuestra tierra. R. La misericordia y la fidelidad se encuentran, / la justicia y la paz
se besan; / la fidelidad brota de la tierra, / y la justicia mira desde el cielo. R. El
Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. / La justicia marchará ante
él, / la salvación seguirá sus pasos. R.
Lucas 5,17-26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros
de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del
Señor lo impulsaba a curar. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un
paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando
por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las
losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la
fe que tenían, dijo: "Hombre, tus pecados están perdonados." Los escribas y los
fariseos se pusieron a pensar: "¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede
perdonar pecados más que Dios?" Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les
replicó: "¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados
quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? Pues para que veáis que el Hijo
del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti
te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa." Él, levantándose al
punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su
casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios,
diciendo llenos de temor: "Hoy hemos visto cosas admirables."
COMENTARIOS
El relato tiene un alto valor pedagógico, ya que busca confrontar a los
maestros de la ley con la ley misma, aplicando una enseñanza más radical. Jesús
no cura al enfermo en el primer momento; lo que hace es perdonar sus pecados.
No olvidemos que la cultura judía consideraba que las enfermedades eran una
consecuencia del pecado; por eso Jesús comienza eliminando el pecado, raíz de la
enfermedad; realiza un acto reparador al estilo de Dios, que es el perdón mismo.
Esta acción dignificante de Jesús incomoda a los maestros de la ley y a los fariseos,
quienes lo acusan de blasfemo. Ante ello, Jesús hace algo más radical aún y es la
curación definitiva: el paralítico se levanta, toma su camilla, se va a su casa por sus
propios medios. Esto significa para el paralítico y para el pueblo la ruptura de las
viejas estructuras excluyentes, que sometían a los pobres y condenaban a los
enfermos a la exclusión.
Hoy los creyentes tenemos que demostrar con hechos la fuerza de nuestra
fe; estamos invitados a superar todo tipo de obstáculos para acceder al proyecto de
Jesús. Vale la pena abrir un hueco en el techo e ir en busca de Jesús en la vida de
la comunidad eclesial.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de servicios KOINONÍA)