La curación fundamental se da en el encuentro con Cristo
2011-12-05
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 17-26
Un día Jesús estaba enseñando y estaban también sentados ahí algunos fariseos y
doctores de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén.
El poder del Señor estaba con Él para que hiciera curaciones.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de
entrar, para colocarlo delante de Él; pero como no encontraban por dónde meterlo
a causa de la muchedumbre, subieron al techo y por entre las tejas lo descolgaron
en la camilla y se lo pusieron delante a Jesús. Cuando Él vio la fe de aquellos
hombres, dijo al paralítico: «Amigo mío, se te perdonan tus pecados».
Entonces los escribas y fariseos comenzaron a pensar: «¿Quién es este individuo
que así blasfema? ¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar los pecados?». Jesús,
conociendo sus pensamientos, les replicó: «¿Qué están pensando? ¿Qué es más
fácil decir: “Se te perdonan tus pecados” o “Levántate y anda”? Pues para que vean
que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados –dijo
entonces al paralítico–: Yo te lo mando: levántate, toma tu camilla y vete a tu
casa».
El paralítico se levantó inmediatamente, en presencia de todos, tomó la camilla
donde había estado tendido y se fue a su casa glorificando a Dios. Todos quedaron
atónitos y daban gloria a Dios, y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto
maravillas». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, qué gran fe tenían esos hombres del Evangelio que supieron encontrar los
medios para tener un encuentro contigo. ¡Dame una fe así de grande! Ilumina, guía
mi oración para que sea el medio para creer, esperar y crecer en el amor.
Petición
Jesucristo, acrecienta mi fe en Ti para que no haya obstáculo que me impida crecer
en el amor.
Meditación
La curación fundamental se da en el encuentro con Cristo
«Tenemos ante nosotros la multitud de las personas que sufren: los hambrientos y
los sedientos, las víctimas de la violencia en todos los continentes, los enfermos con
todos sus dolores, sus esperanzas y desalientos, los perseguidos y los oprimidos,
las personas con el corazón desgarrado. […] El curar es un encargo primordial que
Jesús ha confiado a la Iglesia, según el ejemplo que Él mismo nos ha dado, al ir por
los caminos sanando a los enfermos. Cierto, la tarea principal de la Iglesia es el
anuncio del Reino de Dios. Pero precisamente este mismo anuncio debe ser un
proceso de curación: "…para curar los corazones desgarrados", nos dice hoy la
primera lectura del profeta Isaías. El anuncio del Reino de Dios, de la infinita
bondad de Dios, debe suscitar ante todo esto: curar el corazón herido de los
hombres. El hombre por su misma esencia es un ser en relación. Pero, si se
trastorna la relación fundamental, la relación con Dios, también se trastorna todo lo
demás. Si se deteriora nuestra relación con Dios, si la orientación fundamental de
nuestro ser está equivocada, tampoco podemos curarnos de verdad ni en el cuerpo
ni en el alma. Por eso, la primera y fundamental curación sucede en el encuentro
con Cristo que nos reconcilia con Dios y sana nuestro corazón desgarrado»
(Benedicto XVI, 21 de abril de 2011).
Reflexión apostólica
«Dar a conocer a Jesucristo es hacerse portadores del mensaje central del
Evangelio: el amor; un amor recibido, experimentado y valorado como prenda de
salvación en esta vida y en la eternidad, y que es a la vez impulso para fomentar la
solidaridad con todos, especialmente los más necesitados» (Manual del miembro
del Movimiento Regnum Christi , n. 74).
Propósito
Ponerme al lado de los que sufren, pidiendo a Dios que pueda ser un testigo de su
bondad.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por este rato de oración. Gracias por recordarme que tengo que
vencer el respeto humano y que nunca debo ser conformista ni desalentarme ante
las dificultades. Aumenta mi fe para tener la fuerza de ser distinto al modelo de
confort que ofrece el mundo. Quiero dar sentido a mi vida, transformarme para ser
un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
«Cristo no los quiere espectadores pasivos, sino constructores activos e
infatigables»
( Cristo al centro, n. 1892).