Solemnidad. La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María (8 de
diciembre)
BELLA, CON ÁNGEL, Y HEROÍNA
Padre Pedrojosé Ynaraja
Me detendré en alguna consideración, que tal vez consideréis que es anecdótica, de
las lecturas de la fiesta de hoy. El relato del Paraíso, es una narración maravillosa y
de un contenido catequético precioso y fundamental. No extraña, pues, que
aparezca siempre representado en relieves de pórticos o claustros románicos y en
pinturas murales al fresco o en los mejores retablos góticos y posteriores. Quisiera,
mis queridos jóvenes lectores, que distinguieseis bien lo que es enseñanza de lo
que es lenguaje. El idioma puede cambiar sin que se modifique el contenido. Voy a
entretenerme un poco. Los primitivos relatos orales, se codificaron en lo que
llamamos la Biblia. Ahora bien, el lenguaje escrito solo lo podían captar los que
sabían leer, que eran muy pocos. El lenguaje más universal es el de la imagen. (A
veces por tierras de Jerusalén, Hebrón y semejantes, no sé cómo expresarme,
cuando quiero comprar alguna cosa. Como soy un desastre para las lenguas, acudo
entonces al dibujo y en un papel garabateo lo que busco. Sea árabe o hebreo el
vendedor, logro siempre que me entienda). Cuando recorre uno antiguos templos,
goza repasando la Historia Sagrada, leyéndola en los relieves de los capiteles o de
los tímpanos. Y un pasaje que nunca falta es el del Pecado Original. Los artistas
acostumbran a ser fieles al texto sagrado y a las tradiciones locales. Por ejemplo,
que en el Génesis se hable de fruto, occidente ha imaginado que se trataba de una
manzana, oriente de un higo y, recientemente, me he enterado que en otro lugar,
pensaron que el “cuerpo del delito”, era una granada. Que los protagonistas
estuvieran desnudos, era lo lógico, siendo así que nada ni nadie les era adverso. (El
vestido protege del frío, defiende de enemigos, evita que miradas corrompidas se
aprovechen para satisfacer con egoísmo sus instintos). En el Paraíso estaban
desnudos, como se puede estar en la ducha, en la visita al médico, en la intimidad
matrimonial o ejerciendo de modelo para el correcto artista plástico. Los artistas
medievales así pintaban o esculpían a los justos, cuando describían escenas del
Apocalipsis.
Lo que importa es la pureza, la limpieza, la resistencia, exterior e interior. Y ellos, a
los que simbólicamente llamamos Adán y Eva, estaban repletos de estos dones,
habían sido creados sin pecado original.
Pero Dios, que le gusta la belleza, que es verdad absoluta, que es bueno a más no
poder, deseaba que aquella maravilla creada por Él mismo, gozara de la libertad
que le había otorgado y debía por ello ser sometida a “control de calidad”. Debían
demostrar que sabían manejarse, conducir su existencia según un lógico código de
circulación. Si hubiera sido el ser humano un manso cabestro, su vida se hubiera
reducido a aburrida existencia. Pero Dios deseaba que la gozaran de la vida como
una aventura. Él se arriesgó y les arriesgó a ellos. ¿Salió mal el test de lealtad? A
fuer de sinceros hay que aceptarlo. Pero el Señor está por encima de las ruindades
humanas y, pese a someterlos a la humillación correspondiente, les anunció un
remedio, una compañía que los regeneraría. Sin entenderlo ellos, les estaba
diciendo que vendría un Redentor. Que aparecería en la historia, mediante un
descendiente de Eva. ¡Un tal atrevimiento sólo lo puede tener Dios! ¿Quién de
vosotros se atrevería a anunciar tal proyecto y llevarlo a término, confiando en la
pareja que había fallado a las primeras de cambio?
La otra bella imagen que aparece por doquier en los ámbitos cristianos, es la de la
anunciación, la proposición, el desea divino, confiado a una chiquilla de Nazaret. La
puesta en práctica de lo prometido en el Edén. El investigador acostumbra a
rehusar y destruir los instrumentos que le han servido para su experimento, pero
aquí, en esta ocasión, era distinto. Había escogido a una joven que tenía ángel,
como se dice llanamente, que era radicalmente fiel al Señor, del que se sentía
humilde sierva y era osada en su rectitud. Acabado el test de fidelidad, el Señor se
maravilló, la quiso conservar, exaltándola a la mayor dignidad imaginable.
En el claustro del monasterio de Silos, en la provincia de Burgos, hay un curioso
relieve. El ángel propone a María el proyecto de Dios y, como ella dice que sí, de
inmediato, o simultáneamente, es coronada. Anunciación y coronación aparecen en
el mismo precioso relieve mural
El valor de la más transparente copa de puro cristal, aumenta si contiene un bello
elixir, y llega al colmo, si al entrar en contacto con él, cura la enfermedad que
aqueja a la persona. María es el bello, espiritual y delicado estuche, donde nos llega
el supremo regalo de Dios, su Hijo Salvador. Si el Contenido es lo más importante,
el recipiente es maravilloso.
La limpieza y valentía de la Virgen, nos debe maravillar y su cercanía estimularnos.
Nos trae al Señor, debemos hoy agradecérselo. No lo olvidéis, mis queridos jóvenes
lectores.
Padre Pedrojosé Ynaraja