Carta del Obispo de Posadas – 3er. Domingo de Adviento – 11.12.2011
SOBRE LA VERDAD:
Los textos bíblicos de este tercer domingo de Adviento nos llaman a animarnos y a no perder la esperanza.
La figura de San Juan Bautista, desde su austeridad profética, nos exhorta a convertirnos. Él es el profeta de
“la verdad”, no dudó en denunciar a Herodes y en dar la vida por lo que creía.
Solo “volviendo a Dios” podremos celebrar bien la navidad, cuando nos disponemos a construir desde “roca”
y no desde arena, o desde las mentiras. Cuando con humildad somos capaces de revisarnos y evaluar como
estamos construyendo, nos encaminamos a realizar “un examen de conciencia” y nos introducimos en el
camino de reconciliación que nos permite como el hijo pródigo volver a la casa del Padre.
Desde la verdad cada uno debe realizar un examen de conciencia, una mirada sobre la propia realidad: “La
verdad nos lleva a encontrarnos con nuestros límites y pecados”. Pero esta evaluación debe ser personal y
comunitaria, por eso “Navega mar adentro” nos dice: “Una conversión es incompleta si falta la conciencia
de las exigencias de la vida cotidiana y no se pone esfuerzo de llevarlas a cabo. Esto implica una formación
permanente de los cristianos en virtud de su propia vocación, para que puedan adherir a este estilo de vida y
emprender intensamente sus compromisos en el mundo, desarrollando las actitudes propias de ciudadanos
responsables” (96).
En una carta al Pueblo de Dios escrita por los Obispos argentinos sobre “La Doctrina Social de la Iglesia, una
luz para reconstruir la Nación”, del mes de noviembre del año 2005, reflexionábamos sobre la verdad como
un principio fundamental y decíamos: “La verdad es un valor fundamental que desde siempre la humanidad
busca ansiosa. Tiene una dimensión objetiva que fundamenta la actividad del hombre, posibilita el diálogo,
fundamenta la sociedad e ilumina sobre la moralidad de los comportamientos de los ciudadanos y de los
grupos sociales: verdad de la naturaleza del hombre, de la vida, de la familia, de la sociedad. Verdad,
también de los hechos acaecidos... La verdad es en consecuencia, también un valor fundamental en la
Doctrina Social de la Iglesia. Al respecto ella nos dice: “Los hombres tienen una especial obligación de
tender hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente. Nuestro tiempo requiere una intensa
actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos para que la búsqueda de la verdad
sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus
exigencias o de ofenderla” (27-28).
Sabemos que nuestro tiempo no se presenta fácil. “La Verdad” no es habitualmente un principio constitutivo
en las diversas construcciones sociales, políticas y económicas en nuestra cultura. La crisis de la civilización
y de valores está en gran parte causada por haber construido muchas veces desde la corrupción y la mentira.
Lamentablemente estas formas de construcción social no solo se dan en la dirigencia social que desde ya
tiene mayor responsabilidad, sino se han popularizado llegando a veces a considerar como normal un fin
bueno para justificar el uso de cualquier medio para alcanzarlo. Es bastante habitual que a la hora de pesar
opciones, personas o actitudes no se considere suficientemente algunos principios como la justicia y la
verdad en nuestras decisiones y juicios.
También en dicha carta advertíamos que la verdad no debe llevar a fundamentalismos: “Si el cristiano
prescindiese de la comprensión de la Verdad que le da la Palabra de Dios , podría caer en múltiples errores,
e incluso adoptar actitudes fundamentalistas. Así aconteció en tiempos pasados cuando difundió la máxima
“el error no da derecho”, olvidando que los derechos son de las personas, incluso de los que están en el
error. El Evangelio manda morir por la verdad, no matar por ella... Sin embargo, la tentación del
fundamentalismo siempre asecha y no sólo al hombre religioso. La historia civil de los pueblos, incluso
europeos, está plagada de ejemplos de intransigencia a muerte entre sectores opuestos...” (29). Los sistemas
autoritarios y las dictaduras habitualmente son fundamentalistas.
Como todo profeta San Juan Bautista está ligado íntimamente a la verdad. No hay un auténtico “volver a
Dios”, para celebrar bien la Navidad, si nuestro examen de conciencia no es veraz.
¡Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez