III Semana de Adviento
Introducción a las lecturas
Juan el Bautista es el indiscutible personaje de la tercera semana de Adviento.
En el entorno de Betania, al otro lado del Jordán, las lecturas de estos días nos
sitúan al precursor del Mesías, y nos ofrecen suficientes datos de su quehacer
predicador, de su perfil personal y profético y, lo más importante, de la verdad
de su servicio y ministerio. A lo largo de la semana, los evangelios espigan los
testimonios de unos y otros, de Jesús de Nazaret también, sobre este atípico
personaje, puente de los dos Testamentos bíblicos, que grita su verdad y su
esperanza, y anima a abrir los corazones a la luz del que viene a romper la
ceguera de nuestro corazón.
La hermosa voz de Isaías, con el apoyo del libro de los Números y del profeta
Sofonías, nos dirá bondades sobre nuestra condición humana recuperada,
gracias a que, de las contradicciones de nuestra historia y de nuestras propias
debilidades, emergerán los anawim Yahvé, los que tendrán su fuerza en el Señor
y, con la confianza puesta en él, harán posible que de nuestra tierra brote la
salvación.
Enriquecen esta hermosa semana las memorias de Santa Lucía y de San Juan de
la Cruz; la primera, con un indudable tirón en la devoción popular, entre otros
argumentos, por su patronazgo sobre el mundo de los invidentes; el segundo, el
gran místico, el inspirado poeta, el creyente de delicada sensibilidad al que
siempre hay que volver y que ejerce, también, un singular patronazgo, el de los
escritores. Una y otro son menester para el pueblo de Dios en este recorrido
vital del adviento.
Y cerramos este tercer tramo abriendo el sábado el septenario de las Ferias
Mayores, de las Antífonas O, las que forman el acróstico ero cras (vendré
mañana, estaré con vosotros pronto), síntoma litúrgico la aceleración del ritmo
de nuestra esperanza pues ya tocamos con la yema de nuestros dedos la seda
de nuestra hermosa navidad.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org