“el Padre de ustedes, que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de
estos pequeños.”
Mt 18, 12-14
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
LA FIDELIDAD DEL PADRE CON EL PEQUEÑO Y DESCARRIADO.
Una de las imágenes más bucólicas y profundas del Dios bíblico es la del "buen Pastor".
Nos sugiere su solicitud y la fuerza de su intervención para vencer a los enemigos de la
libertad y dignidad de su pueblo; nos dice que es un guía seguro para el difícil y espinoso
camino de nuestra vida.
En nuestro vivir como comunidad de discípulos experimentamos directamente el
consuelo de nuestro Dios, el ser llevados delicadamente sobre los brazos de su tierna
solicitud pastoral. Ésta es la razón última para espolearnos a buscar constantemente al
que se ha perdido.
De hecho, nosotros somos los primeros en sentir el consuelo del Señor, y
experimentamos la fidelidad del Padre con el pequeño y descarriado. En cuanto
comunidad de discípulos, estamos llamados a manifestar a todos el rostro del Padre
misericordioso, buscando a quien en las vicisitudes de la vida ha perdido la fe y la
esperanza. Somos consolados que deben ser consoladores, haciéndonos compañeros
de viaje de quien tiene el corazón abatido, fatigado por el dolor o la culpa. Lo podemos
hacer en la conciencia de que el consuelo no procede de nosotros, que somos carne,
frágiles como hierba y flor del campo, sino que proviene de la Palabra de Dios, que es la
única que permanece para siempre (ls 40,8)
ORACION
Tu anuncio, Señor, es "evangelio" porque nos trae el consuelo, a nosotros débiles,
descarriados, esclavos de tantos otros señores.
“Súbete a lo alto de un monte, tú que llevas buenas noticias a Sión” (ls 40,9). También
hoy diriges este mensaje de amor al corazón de tu pueblo, porque eres el Dios de la
alianza. Eres el divino Amante que nos dirige su invitación amorosa y nos habla a lo
profundo de nuestro corazón.
Tú, Señor, eres el Padre de todo consuelo, que a nosotros, peregrinos en la tierra, nos
prometes el cielo y la tierra nueva. Haz que también nosotros podamos consolar a los
demás con el mismo consuelo con que tú nos consuelas. Espolea nuestros corazones
para que nos pongamos contigo a la búsqueda de lo que estaba perdido: tú eres el
Pastor que quiere salvar a la oveja perdida, infinitamente amada por tu corazón. Y si
estamos perdidos, si estamos lejos de ti, concédenos escuchar las llamadas de la voz de
tu Hijo, manso y humilde de corazón, que nos exhorta a volver a tu redil, a la verdadera
vida que sólo es posible contigo.