Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Adviento,
Domingo de la Semana No. 4
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El reino de David durará por siempre en la presencia del
Señor * El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado
* Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
Textos para este día:
2 Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16:
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos
los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: "Mira, yo estoy viviendo
en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda." Natán respondió
al rey: "Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo."
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: "Ve y dile a mi
siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para
que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que
fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré
con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra.
Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos,
y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré
jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos,
y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se
hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la
descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él
padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi
presencia; tu trono permanecerá por siempre.""
Romanos 16,25-27:
Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo,
predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante
siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por
decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al
Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Lucas 1,26-38:
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la
estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia,
dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas
palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María,
porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el
Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para
siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no
conozco a varón?"
El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí
tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya
está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible."
María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y
la dejó el ángel.
Homilía
Temas de las lecturas: El reino de David durará por siempre en la presencia del
Señor * El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado
* Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
1. Hagamos una Casa
1.1 En un arranque de piedad David quiere hacerle una casa al arca de la alianza;
una casa para Dios. Le parece poca cosa una tienda de campaña, sobre todo si la
compara con la casa de cedro que él mismo habita. De algún modo David se siente
fuerte en su magnífica casa y quiere darle de su fortaleza y esplendor a la humilde
casa de la alianza. Humanamente este proyecto le suena de lo más razonable a
Natán, pero no es ese el pensamiento del Espíritu, y Natán tiene que retractarse.
1.2 Hay una hermosa lógica en el nuevo mensaje que Natán tiene que darle a su
rey. Es Dios quien ha guardado a David y David debe recordarlo hasta el final de
sus días. " Yo te daré una casa a ti", le dice el Señor, y así brota por primera vez la
maravillosa promesa davídica que marca toda la historia de Judá hasta Cristo
mismo. En el fondo el mensaje dice: "¿quién da la fortaleza?". El mensaje honra la
soberanía de Dios y canta su fidelidad y su gracia a la vez.
1.3 Puede entenderse de otro modo, sin embargo. Las tiendas de campaña son la
vivienda propia del desierto. En el desierto no se construye con cedro porque hay
que permanecer en camino. David ya se estableció, Dios no. Dios sigue en camino,
Él es el Eterno Peregrino.
1.4 Además, el desierto es el gran lugar de la alianza, como lo proclama sobre todo
Oseas (cf. Os 2,14). Allí, sin la estorbosa competencia de los ídolos, sin la
prepotencia que dan las riquezas, sin la suficiencia que da el poder, David fue más
David que nunca, y Dios no olvida eso ni quiere que David lo olvide.
2. La estirpe de David
2.1 La promesa pronunciada por Natán atraviesa la esperanza de todo el Antiguo
Testamento y finalmente desemboca, de modo inesperado y maravilloso, en otra
promesa, la del ángel Gabriel a la Santa Virgen María: "Vas a concebir y a dar a luz
un hijo y le pondrás por nombre Jesús... el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre" (Lc 1,31-32). ¡Qué maravillosa unidad, qué magnífica belleza toma la
historia humana leída a la luz de esta promesa, que tensa nuestro adviento hasta
darle música y encanto de cielo!
2.2 En la primera lectura vemos cómo Dios rechaza que se le haga una casa.
Después, es Él mismo quien dispone cómo se ha de edificar el templo, a cuidado del
gran Salomón. Pero el templo verdadero no lo hará Salomón, sino el Espíritu Santo,
y no en Jerusalén, sino en María. "El templo era su cuerpo...", anota Juan
refiriéndose a Cristo (Jn 2,21). Y este es principio que podemos aplicar a tantas
cosas: sólo Dios hace obras dignas de Dios; sólo Dios sabe cómo se alaba a Dios,
cómo se sirve a Dios, cómo se ama a Dios. Nada somos, nada podemos en su
honor si Él mismo no viene con su Espíritu ha darnos la luz, la voluntad y la
constancia.
2.3 El templo era su Cuerpo. El templo es su Cuerpo. Ese Cuerpo bendito, ese
Cuerpo glorioso que contempla nuestra fe en los altares, que come nuestra boca en
cada Eucaristía. El Cuerpo tejido de amores en María; el Cuerpo y Templo y Casa
que David hubiera querido ver, ese es el Cuerpo que comulgamos, esa es la verdad
que nos sacia, ese es el Amor que nos colma de alegría y de gozo.