LA VIRGEN NUNCA PRONUNCIO UN “PERO”
Por Javier Leoz
Lo sabemos por experiencia: tenemos muchos proyectos entre manos y, muchas
veces, no encontramos personas dispuestas o medios para llevarlos a cabo. Nunca
como hoy existen tantas posibilidades para realizarnos las personas como tales y,
por el contrario, sentimos que nos asusta todo aquello que sea definitivo: el
compromiso para siempre.
1.- Dios, allá por donde pasa, no deja indiferente a nadie. Así lo siente María
cuando, por la ventana de su vida, aparece el Señor: “El Señor está contigo”. A
partir de ese momento, la humilde Nazarena, estará rendida y volcada de lleno a
los planes de Dios. ¿Qué pensaría en sus entresijos? ¿Por qué a mí? ¿No podías
haber pasado de largo, oh Dios, de esta humilde morada?
No! Nunca, con tan pocas palabras “hágase en mí según tu palabra” unos labios
expresaron la belleza del amor que Dios puso en el interior de nuestra Madre.
2.- Dios, allá por donde pasa, se hace el encontradizo. ¿Cómo hallaría a María?
¿Colmada de fe o en un mar de dudas? ¿Preocupada por lo superficial o con las
antenas de su vida orientadas hacia el cielo? ¿Cómo nos tropieza Dios a nosotros en
estas vísperas de la Santa Navidad? ¿Estresados por el disfrutar o ansiando el
celebrar cristianamente el Misterio de su Encarnación? ¿Ya hemos dejado algún
tragaluz abierto para que, el ángel del Señor, se cuele por él? ¿No le habremos
tapiado a cal y canto, con clavos y martillo, hasta el último balcón de nuestro
corazón?
Ojala que, al Señor, y cuando estamos a punto de finalizar este tiempo de Adviento
no le respondamos con demasiadas palabras. Que como María, que supo hacer del
silencio y de la confianza su mejor respuesta, seamos capaces de ofrecer al Señor
nuestro más vivo deseo de colaborar con Él en su proyecto de la salvación de la
humanidad.
3.- Dios, allá por donde pasa, quiere nítidas respuestas. “SI” dijo María y, a una con
Ella, nosotros nos comprometamos junto con Ella a tener una fe viva y activa,
operativa y profética.
Os imagináis que el “Sí” de María al Señor hubiera sido un “sí” con “peros”…?
-Pero si me das razón de tu existencia
-Pero si me dices cómo será lo qué me propones
-Pero si me aclaras cómo me va a ir la vida
-Pero si me comunicas por cuánto y para cuánto tiempo me necesitas
-Pero si me dices por qué me has elegido a mí
-Pero si me dices qué voy a sacar con esto
-Pero si me dices cómo voy a solucionar una vida que yo ya tenía marcada
Viene el Señor y, ahora, no podemos menos que valorar la figura de María. Sin Ella,
sin la esperanza que brotaba como una cascada desde su espíritu, todo hubiera sido
distinto.
4.- La mujer que tenía alma grande, corazón gigante, fe sin fisuras y alegría
desbordante….quiso ponerlo todo al servicio de aquella primera Navidad….de ese
acontecimiento que, dentro de muy pocos días, vamos a celebrar.
Quitemos los “peros” y, al Señor, digamos: AQUÍ ESTOY! TE ESPERO!
5.- ENTRA POR MI VENTANA, QUE TE ESPERO
Envía, oh Señor, tu Ángel con palabras de amor
que, no siempre mi vida, está colmada de paz
Hoy, cuando siento ya tus pisadas en el horizonte,
siento que te necesito, que te espero
que no puedo vivir sin un mensaje del cielo.
Vienes por nosotros, Señor, y te damos las gracias
Siendo Dios, te harás hombre
para que entendamos que en la humanidad
está el camino para llegarnos hasta Ti.
¡Dinos, María, qué responderle a Dios!
¿Qué tenemos que hacer para no perderle?
¿A dónde acudir para sentir su presencia?
¿Cuándo asomarnos a la ventana de nuestro hogar
y decirle: ¡No pases de largo, Jesús!
Manda, Señor, tu Ángel con recados de fe
que no siempre, nuestra vida, es campo abierto a tu gracia
que no siempre, nuestros labios, proclaman tu Nombre
que no siempre, nuestro corazón, está apoyado en Ti.
Entra, oh Señor, por la ventana de nuestros días
derrama tu poder y tus dones
sobre la debilidad y la frialdad de nuestras respuestas
Entra, oh Señor, por la ventana de nuestras inquietudes
y transfórmalas en deseo de servirte a Ti
de amarte y esperarte a Ti
Como lo hizo María
Como lo sintió María
Como lo recibió María
Como te respondió María:
Aquí estamos, Señor¡¡
¡Te esperamos con las ventanas abiertas!