IV DOMINGO ADVIENTO
+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos
“Alégrate, el Señor está contigo”
Estamos a una semana de la Navidad. Lo están anunciando las guirnaldas de luces de colores que
iluminan las calles: lo presiente con belleza el villancico que madruga; lo nota el corazón, que empieza a
rebosar ternura. Lo proclama la liturgia de este último domingo de Adviento que nos retrotrae al
momento de la Anunciación, cuando Jesús empezó a ser un humilde embrión, desarrollándose en el seno
cálido de María.
Dios ha asumido la condición humana, toda la dramática realidad humana, toda la historia humana, toda
la causa humana. Una opción definitiva por el hombre. Abajamiento para Dios y dignificación para la
criatura. Dios convertido en embrión humano, imperceptible, vulnerable, milimétrico. Dios hecho hijo de
una joven desconocida y María hecha madre de Dios. Dios despojado de su gloria y grandeza para
vestirse el traje dela misericordia, de un amor misterioso y entregado. ¡Asombroso, increíble!
Lucas seguramente tuvo oportunidad de entrar en contacto con los medios judeo-palestinenses, donde
se conservarían las tradiciones relacionadas con la familia de Jesús. Es probable incluso que conectara
personalmente con María, que “guardaba todas estas cosas en su corazn”. El tercer evangelista nos
dice que ha tenido el cuidado de “encontrarse con aquellos que, desde el principio, fueron los testigos
oculares, a fin de informarse de todo, antes de escribir el Evangelio”.
Uno se imagina que Lucas experimentaría, tanto como nosotros hoy, el problema del lenguaje: ¿cómo y
con qué palabras expresar la experiencia vivida por aquella joven? Se trata, nada menos y nada más, de
la concepcin “según la carne” del Hijo de Dios. Por suerte, disponía de la larga tradicin literaria y
teológica de la Biblia. El, pues, vació su información en los moldes del lenguaje preparado y amasado en
la experiencia religiosa de Israel. La tela del relato de la Anunciación está tejida toda ella con hilos
bíblicos. La Revelación es una maravillosa mina de expresiones, imágenes y símbolos para intentar
traducir en lenguaje humano el misterio inefable de Dios.
Nazaret era una aldea de una veintena de casas, unos ciento cincuenta habitantes, según los
arqueólogos. Al contemplar a María en su pequeña y pobre casa nos acercamos a la humildad de la
Encarnacin: “Se anonad, tomando la condicin de esclavo” dirá san Pablo más tarde.
Alégrate, la llena de gracia, el Señor está contigo ”. Alégrate es la expresión con que los profetas
anuncian reiteradamente a Israel la venida de los tiempos mesiánicos que traerían la salvación para el
pueblo. Y “el Seor ésta contigo” es la frmula habitual con que se sienten alentados quienes son
llamados por Dios a una alta misión. La nueva misión se manifiesta también cambiando el nombre del
llamado. En este caso, el ángel se dirige a María con un nombre nuevo: “La llena de gracia”.
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra ”. La Escritura no
utiliza definiciones dogmáticas, sino un juego admirable de imágenes y símbolos, que es el lenguaje más
apto para lo inexpresable : La nube y la sombra son los signos inequívocos de la presencia de Dios en el
Antiguo Testamento. El Espíritu , que, al comienzo del Génesis, planeaba sobre las aguas primordiales
para dar la vida, es como si inaugurara ahora una nueva creación. La referencia a la sombra de la nube
desde la que Dios hablaba a Moisés o cubría el Templo indican que María es ahora el habitáculo de la
presencia de Dios. Para una muchacha judía, habituada al lenguaje bíblico, las palabras del ángel traían
toda esa evocación. Sólo quien acepta ponerse a ese nivel de fe, podrá sobrepasar la superficie del
relato.
Dios no entra a saco en la vida de María, respeta los niveles de libertad y de responsabilidad. Pero María
ha percibido, a través de las imágenes, lo esencial para comprometerse. Su respuesta es admirable. Hay
“síes” que cambian la historia del hombre y del mundo. El de María no pudo ser de más
disponibilidad: “Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mi según tu palabra ”. ¡Magnífica y ejemplar
respuesta para quienes nos disponemos a celebrar la Navidad!
¡Qué bien lo expres el poeta!: Dijiste “sí”/Dijiste “sí”/Dijiste “sí”/y se detuvo el tiempo,/y tu vientre
sellado/y Dios se hizo silencio,/y tu seno de virgen/fue cuna y fue alimento,/se hizo carne incorrupta/se
estremeció gozoso/fue canción, fue ternura/en pañales de sangre,/con la presencia ardiente/fue sagrario
y fue templo,/prolongación inmensa/ del Verbo de la Vida/ fue patena y altar/de tu amor maternal
(Alorda).
En estos días se abre en muchas parroquias la tradicional campaña navideña para compartir con los
pobres. Hay muchos hermanos que están sufriendo las consecuencias de la crisis. Cáritas os podría
hablar de situaciones sangrantes. Compartir con los que no tienen es una manera práctica de dar
nuestro “sí” a Jesús, que en su encarnacin se ha identificado con todo hombre, pero de manera especial
con los más necesitados. Ensanchemos también nuestra generosidad.