EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Día VII dentro de la Octava de Navidad
Epístola I de San Juan 2,18-21.
Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría el
Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos
que ha llegado la última hora.
Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo
hubieran sido, habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto
que no todos son de los nuestros.
Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero
conocimiento.
Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y
porque ninguna mentira procede de la verdad.
Salmo 96(95),1-2.11-12.13.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era
Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de
todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por
medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la
conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder
de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del
hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene
después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre
gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han
llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el
seno del Padre.
Comentario del Evangelio por
San Clemente de Alejandría (150-hacia 215), teólogo
Homilía «¿Cuál es el rico que puede ser salvado?», 37
«A cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su
nombre»
Contempla los misterios del amor y verás «el seno del Padre» que sólo «el
Hijo único nos lo ha contado» (Jn 1,18). Dios mismo es amor (1Jn 4,8) y por eso
mismo se ha dejado ver por nosotros. En su ser indecible, es Padre; en su
compasión para con nosotros, es Madre. Es amando que el Padre se nos presenta
también femenino.
La prueba más asombrosa es Aquél que él engendra de sí mismo. Y este Hijo,
fruto del amor, es amor. Es por causa de ese mismo amor que él mismo descendió.
Por causa de este amor ha revestido nuestra humanidad. Por causa de este amor,
libremente, sufrió todo lo que libera la condición humana. Así, haciéndose según la
medida de nuestra debilidad, a nosotros, a los que amaba, nos ha dado, a cambio,
la medida de su fuerza. Hasta el punto de ofrecerse a sí mismo como sacrificio y
dándose él mismo como precio de nuestra redención, nos dejó un testamento
nuevo: «Os doy mi amor» (cf Jn 13,24; 14,27). ¿Cuál es este amor? ¿Qué valor
tiene? Por cada uno de nosotros «ha entregado su vida» (1Jn 3,16), una vida más
preciosa que el universo entero.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”