Lunes 26 de Diciembre de 2011
San Esteban protomártir
Hechos 6,8-10;7,54-60
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes
prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los
libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con
Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia.
Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a
Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre
de pie a la derecha de Dios." Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y,
como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y
se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven
llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta
invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu." Luego, cayendo de rodillas, lanzó un
grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado." Y, con estas palabras, expiró.
Salmo responsorial: 30
R/A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca
y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. / Tu
misericordia sea mi gozo y mi alegría. / Te has fijado en mi aflicción. R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen; / haz brillar tu rostro sobre tu
siervo, / sálvame por tu misericordia. R.
Mateo 10,17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No os fiéis de la gente, porque
os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer
ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los
gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo
diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los
que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos
entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán
los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que
persevere hasta el final se salvará."
COMENTARIOS
La situación de los discípulos en medio de la sociedad será como la de
hombres inermes ante enemigos despiadados.
El programa de las bienaventuranzas se verifica en la vida del discípulo. La
actitud de éstos ante la sociedad hostil es, por una parte, de prudencia y cautela,
sin meterse en la boca del lobo; por otra, de ingenuidad y sencillez, sin ser
intrigantes ni retorcidos (16). Jesús desarrolla el aspecto de la cautela: no fiarse de
cualquiera, porque hay muchos dispuestos a traicionarlos y entregarlos a los
tribunales. No tienen por qué manifestar a cualquiera el contenido del mensaje que
llevan.
La sociedad no tolera ese mensaje, que pone en cuestión sus mismos
cimientos. De ahí la acción de los tribunales, lo mismo judíos que paganos, que
será la prueba de su injusticia (17-18). En esta circunstancia difícil no deben
preocuparse de lo que van a declarar ante el tribunal, pues tendrán una ayuda
particular del Padre por medio del Espíritu. Se verificará lo anunciado en la
bienaventuranza sobre la persecución (5,10); el rey de los perseguidos es el Padre,
y su amor no les faltará un momento (19-20). El mensaje causará divisiones
tremendas en la misma familia. Unos delatarán a otros, y harán que sean
condenados a muerte (21). La sociedad no soportará a los discípulos. La salvación
está en mantenerse firmes hasta el final. Para el discípulo, esta clase de muerte no
es un fracaso, sino un éxito que corona toda su vida (22).
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de Fundación ÉPSILON)