Comentario al evangelio del Martes 03 de Enero del 2012
Queridos amigos:
Hoy me he tomado la licencia de centrar mi reflexión sobre el comienzo del salmo responsorial. Es el
salmo 97 y da inicio con estas palabras: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
¿Qué maravillas? Pues aquéllas que llegan hasta el confín de la tierra. Las de aquellos que antes
sembraban con lágrimas y ahora cosechan entre cantares y llenos de júbilo. Las que experimentan,
cuando cambia la suerte, los esclavos desterrados, a quienes sus opresores, entre risas de escepticismo,
les pedían que cantasen un cantar de Sión y ellos, llenos de nostalgia, respondían que no se podían
cantar ese canto en tierra extranjera.
En primer lugar, el salmista nos invita a contemplar esas obras salvadoras de Dios para toda la
comunidad humana. Son esas obras las que van más allá de los límites geográficos e históricos de
Israel y abarcan de norte a sur y de este a oeste hasta los confines de la tierra. Ellas son las que impiden
que nuestro canto derive en puro folclore religioso. En segundo lugar, nos invita a cantar un cántico
nuevo, con moderación primero y con algarabía y aclamación bullanguera después. No se trata sólo de
que cante la voz humana. De hecho, además de ésta, se invita a participar también a la variedad de los
instrumentos para participar en la alegría de la fiesta. Se invita a tararear y hasta a bailar, poniendo
ritmo corporal a la música. El cántico nuevo es necesario que cante la vida misma y que ésta sea la
Vida Nueva.
Ya está bien de aburrimiento litúrgico y de cánticos lastimeros “muy de iglesia”. Hemos de renovar
nuestros libros de cantos y hemos de renovarnos quienes cantamos esos cantos. Hemos de vivir una
alegría desbordante, sin perder las formas y el buen gusto. Que se note que estamos sobrecogidos por
las maravillas de Dios.
Un abrazo de Pepe Vico
Pepe Vico