“él también vio y creyó”
Jn 20, 1-8
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. “MARÍA MAGDALENA FUE AL SEPULCRO Y VIO QUE LA PIEDRA
HABÍA SIDO SACADA.”
“María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.” Según san Juan,
el relato lo sitúa en “el primer día de la semana.” Es decir, al día siguiente del sábado, y la
hora en que viene al sepulcro es de “madrugada”, esto es muy de maana y cuando aún
hay “todavía estaba oscuro”. Es en la hora crepuscular del amanecer.
Por los sinópticos se sabe que esta visita de María al sepulcro no la hace ella sola, sino que
viene en compañía de otras mujeres, cuyos nombres se dan: María, la madre de Santiago,
y Salomé, la madre de Juan y Santiago el Mayor (Mc 16:1) y otras más (Lc 24:10). Al ver,
desde cierta distancia, “sacada” la piedra rotatoria o golel, dej a las otras mujeres, que
llevaban aromas para acabar de preparar el “embalsamamiento” del cuerpo de Cristo, y
“Corri al encuentro de Simn Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba”, que, por la
confrontación de textos, es, con toda probabilidad, el mismo Juan.
2. “EL OTRO DISCÍPULO AL QUE JESÚS AMABA”
Me parece bonita esta expresión que se lee en este fragmento del evangelio, “El otro
discípulo al que Jesús amaba”. Es hermoso saber del amor de Jesús por sus apstoles,
pero en el caso de san Juan, hay una predilección especial, pero aún es más hermosa esa
humildad, esa modestia y esa demostración de no ser vanidoso, san Juan en lugar de
nombrarse, utiliza esta frase “El otro discípulo al que Jesús amaba”.
Como ella, Magdalena, no entró en el sepulcro, supuso la noticia que da a estos apóstoles:
“Se han llevado del sepulcro al Seor y no sabemos dnde lo han puesto”. El plural con que
habla: no “sabemos”, entronca fielmente la narracin con lo que dicen los sinpticos de la
compañía de las otras mujeres que allí fueron (Mt 28,lss; Mc 16ss; Lc 24:1ss; cf. Lc 24:10).
Seguramente, al ver, a cierta distancia, removida la piedra de cierre, cuya preocupación de
cómo la podían rodar para entrar temían (Mc 16:3), cambiaron, alarmadas, sus impresiones,
y Magdalena, más impetuosa, se dio prisa en volver, para poner al corriente a Pedro y al
anónimo Juan.
3. ESTE “DISCÍPULO” CORRÍA MÁS QUE PEDRO
Pedro y Juan debieron de salir enseguida de recibir esta noticia, pues ambos “corrían.” Pero
el evangelista dejará en un rasgo su huella literaria. Este “discípulo” corría más que Pedro.
En efecto, Pedro debía de estar sobre la mitad de su edad, sobre los cincuenta años (Jn
21:18.19), y, según San Ireneo, vivió hasta el tiempo de Trajano (98-117) Esto hace
suponer que Juan pudiese tener entonces sobre veinticinco o treinta años. Juan, por su
juventud y su fuerte ímpetu de amor a Cristo, “corri más rápidamente” y “lleg antes.” al
sepulcro. Pero “no entr.”
Juan no entr, esperando a Pedro que es el primero que entra en el sepulcro y “vio las
vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús”. El
evangelista, al recoger estos datos, pretende, manifiestamente, hacer ver que no se trata de
un robo; de haber sido esto, los que lo hubiesen robado no se hubiesen entretenido en
llevar un cuerpo muerto sin su mortaja, ni en haber cuidado de dejar “las vendas” y “sudario”
puestos cuidadosamente en sus sitios respectivos “sino enrollado en un lugar aparte”
4. JUAN PONE LUEGO EL TESTIMONIO DE FE
Observados el orden y la paz que reinaban en él, el discípulo amado se abre a la visión de
la fe, creyendo en los signos visibles del Seor: “Vio y crey”. No es aún la fe perfecta en la
resurrección. Para esto será necesario que el espíritu del discípulo se abra a la inteligencia
de la Escritura (ef. Lc 24,45), que vea al Señor en persona y que reciba de él el don del
Espíritu Santo
Pero en todo caso, Juan puso el testimonio de fe. “Luego entr el otro discípulo, que había
llegado antes al sepulcro: él también “vio y crey.” Es decir al no ver el cuerpo de Jesús,
creyó que estaba resucitado. San Juan cree, porque es limpio de corazón, su pureza no le
hace tener ninguna duda.
El Señor les Bendiga