Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalias
Jn 1, 19-28
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL CRISTIANO DE HOY ESTÁ LLAMADO A SER ANUNCIADOR DEL EVANGELIO Y LA
PALABRA DE JESÚS
La fe del Bautista está orientada al anuncio de Jesús. El Mesías, pues, tanto en su aparecer
como en el curso sucesivo de la historia humana, por él atravesada y revolucionada, no revela
inmediata ni completamente su origen ni su misión. Es preciso que quien recibe de Dios el don
de tocar el misterio de Cristo, reflexionando sobre los misterios de su historia, lo anuncie con la
vida y la palabra, como el Bautista junto al Jordán. En efecto, el hombre forjado en la soledad
del desierto se esconde y casi desaparece a la sombra de aquel que él presenta al mundo.
Esta, justamente, fue su misión: dar testimonio del Esperado que vive en medio de su pueblo.
También el cristiano de hoy está llamado a ser anunciador del evangelio y la Palabra de Jesús,
la voz que grita con la vida la verdad de Cristo, a pesar de la pobreza que experimenta y la
fragilidad de sus palabras humanas. Cristiano es el hombre que se define en función de Cristo,
de Aquel que viene siempre a los suyos para comunicar salvación y vida. El da testimonio de
Cristo, nos relaciona con él y le prepara su misión; es el heraldo que invita a volver al desierto
para preparar espiritualmente el camino al Mesías; es el que reclama atención no para sí
mismo, sino para el que está por llegar. Todo cristiano es un propagador de la Palabra de Dios
en la aridez espiritual de nuestro mundo, el que allana el camino a los hermanos para que
encuentren a Cristo, y es testigo del evangelio con la propia vida.
ORACION
Señor Jesús, que has querido ser solidario con nosotros y solidario con el Padre, te pedimos
nos enseñes a ser como el Bautista, auténticos testigos de tu amor a los hermanos. La tarea de
tu testigo en el desierto fue la de empeñar su voz, sus fuerzas, su vida entera para que los
hombres optasen por ti. Lo mismo nos ha dicho tu evangelista Juan, cuando ha recordado a su
comunidad que el que no confiesa tu mesianismo no está en comunión contigo ni con el Padre
(cf. 2,23).
Te rogamos, por eso, que refuerces nuestra fe en ti, único salvador de la humanidad,
haciéndonos experimentar el poder de tu Espíritu, que nos ha sido dado en el bautismo, y que
es nuestra fuerza y nuestro apoyo espiritual.
Señor Jesús, el Bautista se declaró indigno de desatar las correas de tus sandalias, él, el más
grande de los nacidos de mujer, y así dio de sí mismo un testimonio de extraordinaria humildad
y de servicio. Enséñanos a no presumir nunca de nosotros mismos en ninguna circunstancia de
la vida, a ser humildes incluso cuando nos son confiados cargos de prestigio y de éxito,
conocedores de que todo nos viene de tu bondad y de los dones que tú nos has regalado.
Queremos ser sólo un instrumento en tus manos para que tu reino de justicia y de amor se
extienda al mundo entero. Queremos ser testigos de tu Palabra, siempre antigua y siempre
nueva, que nos dejaste como testamento antes de tu retorno al Padre, la de la fe confesada
ante toda la humanidad y del amor fraterno practicado con todos, sin acepción de personas .