Felicidad vetada
Los saludos, los cumplidos abundan en este inicio de año. Todos llevan
expreso un deseo de felicidad: ¡“Feliz año”! Sin embargo, el tono, la
máscara, el silencio cómplice nos dicen que hay algo que no funciona. Al
menos, no llega, no pega. La vida sigue igual. Nuestras relaciones se
congelan, la sociedad sigue en desequilibrio vertiginoso, el corazón estalla,
no encontramos el norte. Nos vetaron la felicidad.
La liturgia del primero de Enero marca una excepción: Crea un oasis de paz,
nos acoge en el regazo maternal, pronuncia nombres que rebasan vitalidad
gozosa y nos muestra rostros iluminados, desbordantes de felicidad. Es un
primer paso para darle sentido a esta caminada anual, para marcar
horizontes de luz.
Comenzamos con una bendición. Aarón y sus hijos bendicen al Pueblo.
¡Cómo nos hace bien esta bendición! La necesitamos, es parte de nuestras
viandas, o mejor, ella da fuerza a nuestra confianza en la misión que
emprendemos hoy: Hacer de este ´ cronos ´, tiempo, calendario, un Kairós ,
presencia, acción de Dios en nuestro quehacer diario.
Y María, en silencio recogido, oracional, contemplativo acoge como Madre a
toda esta humanidad que lleva sobre sus hombres un no sé qué de dolor,
de desesperanza, de angustias que ensombrecen el camino y nos dejan a
veces sin respiración. Ella nos muestra a Jesús, el amigo, quien sabe dar la
paz, la verdadera paz. En este hábitat de simplicidad total, podemos decir a
grito partido: “Feliz año”.
Cochabamba 01.01.12
jesús osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com