Discipulado profético
Las escuelas generalmente se definen por su ideología. Es un propio del ser
humano. Marcan el color, la dirección, la cosmovisión, el compromiso de
sus discípulos. En la reunión de Puebla, un obispo con dotes del Espíritu
bien claras, arrancó el único aplauso de toda la Asamblea cuando dijo en
tono estremecedor: “Quien entre ustedes, no tenga ideología, que tire la
primera piedra”.
El discipulado de Jesús no es algo escondido, anónimo, intrascendente. ¡No,
jamás! Es signo, es grito a voz en cuello, es opción, es compromiso. La
liturgia de hoy lo define por el profetismo. El libro del Deuteronomio
irrumpe con este anuncio: “les voy a suscitar un Profeta”. Su palabra se oirá
en las terrazas y develará todo lo escondido.
Pablo se lanza con voz profética y toma opción por la virginidad. Es asunto
resbaladizo, peligroso. Lo hacía ante la comunidad de Corinto nada fácil en
estos temas. No lo hacía privilegiando la virginidad al matrimonio. Lo hacía
como aventura de amor, como fuerza de unidad en el ser humano, como
carisma y don gratuitos, como entrega total a Dios y los hermanos.
El evangelio une profetismo y Palabra. Palabra que tiene autoridad. Una
autoridad que se refleja en la acción, en la conducta, en las obras. Y se
proyecta más allá, en el testimonio de sus discípulos. Hay necesidad de
explorar más esta vena que une profetismo y testimonio. Es asignatura del
discipulado. Más aún, su propia vida.
Cochabamba 29.01.12
jesús e. Osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com