¡MÁS ALLÁ DE BELÉN!
Por Javier Leoz
Muchos hombres de nuestro tiempo seguimos preguntando a una con los Magos
“¿Donde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en
el Oriente y venimos a adorarlo.» Pero, a pesar de los muchos Herodes que reinan
desde sus castillos de poder, de frialdad o de incredulidad, optamos por seguir a
esa estrella que se convierte en portavoz del que siempre nos aguarda: EL SEÑOR.
1.- Más allá de Belén, la Buena Noticia, se expande y se dilata. ¿Seremos nosotros
estrellas de la presencia del Amor de Dios en medio del mundo? No olvidemos que,
los Magos, se fijaron en la Estrella del Señor, se fiaron de la ruta que les marcaba
(de los guiños que les hacía) y a continuación le siguieron hasta postrarse ante el
Señor. Atrás habían quedado riquezas superficiales y, al encontrarse con un Niño,
se volvieron radiantes y felices. Regresaron a sus reinos con el fulgor de la Estrella
en lo más hondo de sus corazones. La vida de los Magos, y sus respectivos reinos,
iba a estar traspasada por esa Luz que descubrieron y ante la que desnudaron su
realeza imperial en la gruta de la Sagrada Familia. Lejos de esconder en el corazón
todas aquellas sensaciones, fueron testigos de la Estrella y, además de reyes, se
convirtieron en los primeros pregoneros universales de lo que aconteció aquel día.
Nunca, unos Magos, fueron tan privilegiados: llegaron llenos de riquezas y se
volvieron enriquecidos por dentro al contemplar la inmensa pobreza del que era
Dios.
2.- Más allá de Belén, y aún en medio de dificultades, estamos llamados a
proclamar el Misterio de Dios que, por hacerse Hombre, baja a la tierra. Cuando los
Magos, en su peregrinaje iban contando la razón de su largo viaje, unos y otros les
creyeron.
Unos porque se sentían incómodos con tal noticia. Otros porque lo esperaban
emergiendo entre carruajes de oro y oropeles y otros más porque, por su misma
vida, aguardaban una palabra de vida y de salvación. Lo cierto es que, la Buena
Noticia, no fue igualmente acogida por todos. A nosotros “los nuevos magos de la
fe del siglo XXI” nos exige seguir preguntando e indagando por el paradero de
Jesús.
Todos los días tendríamos que hacernos interpelantes preguntas: ¿Dónde está el
Señor? ¿Dónde ha nacido? ¿En qué portal podemos encontrarlo? ¿Hacia dónde
tenemos que ir para adorarlo? ¿De qué reinos hemos de desinstalarnos para seguir
a la estrella de la fe?
3.- Nunca, las traiciones o los rechazos a Dios, han de ser excusas para
permanecer cómodamente sentados en los tronos de nuestros pequeños reinos.
Ante la Nueva Evangelización, a la que tanto nos incita el Papa Benedicto XVI, es
necesario seguir caminando sobre los camellos del asombro y de la fe; a lomos de
nuestra valentía que nos anima a profesar, con convencimiento y sin echarnos
atrás, para dar a conocer el mensaje de esta Santa Navidad: ¡Dios ha nacido!
Dejemos a los pies de María nuestros humildes tesoros (la humanidad, la oración,
nuestro reconocimiento al Señor) para que cuando despierte el Niño, se dé cuenta
de que puede contar con nosotros para trasladar, más allá de Belén, este prodigio
que estamos observando, viviendo, celebrando y disfrutando en estos primeros días
del año 2012: la manifestación de Dios a todos los pueblos de la tierra.
Llevemos, esta noticia, más allá de nosotros mismos. No la dejemos encerrada en
nuestros belenes. Dios, porque es grande y bueno, porque muchos no lo conocen,
necesita de estrellas y de “magos divinos” que con la luz interior de sus vidas sean,
seamos, capaces de publicar todo lo vivido.
¡Seamos estrellas de la Luz Divina!
4.- ¡ESTRELLAS DE TU AMOR, JESUS!
Como los Magos, que dejaron muros de piedra y siervos.
Como los Magos, que siendo ricos
fueron buscando al que era pobre.
Como los Magos, que poseyéndolo todo,
supieron ver en el fulgor de una estrella
lo que les faltaba en lo más hondo de sus entrañas
para ser inmensamente poderosos y ricos.
Como los Magos;
también queremos ser estrellas de tu amor divino
Y, los que están solos, sientan tu cercanía
o los que viven el odio, beban tu inmenso amor
Como los Magos, también nosotros, Señor
queremos ser estrellas que anuncien una nueva Luz,
una nueva Vida, un nuevo Reino, un nuevo corazón.
¡ESTRELLAS DE TU AMOR, JESÚS!
Que en sus puntas destelle tu eternidad y tu bondad
Que en sus centelleos apunte la claridad de tu rostro
Que en su ruta nos señalen el camino hacia el perdón
Que en su mensaje aprendamos
a ser peregrinos en busca de la paz que nace y brota en Belén.
¡ESTRELLAS DE TU AMOR, JESÚS!
Para que, en el espacioso y estrellado cielo,
sigan sonando las trompetas
de un Dios que sale a nuestro encuentro
De un Dios que, además de Palabra, es abrazo y obra
que, desprendiéndose y soplando a las nubes,
se encarna y disfruta siendo hombre.
¡ESTRELLAS DE TU AMOR, JESÚS!
Que el eco de la Santa Navidad nunca se apague
y, pueblos incrédulos y rascacielos cerrados,
se abran a tu presencia humilde y tierna.
Como los Magos, oh Señor,
queremos volver a nuestros lugares, a nuestra encrucijada,
al duro camino de cada día
siendo estrellas que anuncien tu Reino.
Amén.