I Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Introducción a la semana
Abre la semana la voz, más que sonora, luminosa, que rasga el cielo y dice de
Jesús: Tú eres mi Hijo amado, el predilecto . Con el bautismo del Señor,
concluyen las presentaciones que la Palabra viene haciendo de Jesús de Nazaret
en el tiempo navideño; se inicia lo que conocemos como su vida pública . El
silencio de Nazaret se rompe a la vera del Jordán, donde el trinitario Dios se
ilustrará desde ahora por todos los caminos con las obras y hechos del Hijo
amado, Jesús de Nazaret.
Cerrado así el tiempo navideño, la liturgia aborda el llamado Tiempo Ordinario
hasta que la Cuaresma y la Pascua lo interrumpan. En estos primeros días el
Primer Libro de Samuel nos brinda personajes, vicisitudes y argumentos que
culminan en la lectura del sábado con la versión monárquica de la institución de
la realeza: Saúl regirá al pueblo del Señor. Antes, los interesantes episodios de
Samuel (nacimiento que sublima el oprobio materno, infancia del profeta que,
más adelante, será inspirado instrumento de Yahvé en la elección de Saúl para
ser rey, el episodio de la escucha de la voz del Señor…).
La lectura evangélica, a su vez, pondrá ante nuestra consideración las apretadas
páginas del evange-lio de San Marcos. Y conviene no pasar por alto las primeras
palabras del evangelio del lunes: Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a
Galilea a proclamar el evangelio de Dios . Un contexto de inhumanidad, el arresto
de Juan, enmarca el comienzo de la predicación del evangelio de Dios. Puede
que, para algunos, sea mera coincidencia. Pero para otros es precisamente el
objetivo constante de la proclamación de la Palabra de vida: que nuestro mundo
conozca el proyecto del Reino que no tiene otro propósito que el de humanizar el
entramado de nuestras relaciones para que todo recupere su primer diseño
creador gracias al Hijo de Dios.
Los primeros pasos evangelizadores los podemos seguir gracias a la pluma de
Marcos: la singular autoridad con la que hablaba y actuaba Jesús, la apretada
jornada evangelizadora de Cafarnaún, la sensibilidad compasiva del Maestro de
Galilea acercándose a todo aquel que tuviera cualquier tipo de dolencia, el
secreto mesiánico que se desvelará al final de todo el relato, el equiparar todo
tipo de dolencia (cuerpo y alma) que humille y deshumanice al hombre, los
primeros reclutamientos, la declaración pública de su interés por los pecadores,
y no por los sanos que no precisan de médico… dibujan el complejo y
esperanzador panorama de las páginas evangélicas de esta semana. A buen
seguro un menú de hondos sabores el que nos sirve la mesa de la Palabra en la
primera semana del Tiempo Ordinario.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)