Comentario al evangelio del Martes 10 de Enero del 2012
Queridos amigos y amigas:
En este año 2012 se cumplen 100 años del hundimiento del Titanic. Era un barco fabricado con la
mejor tecnología de su momento, y se consideraba indestructible. Y sin embargo, imprevistos de la
historia, el barco se hundió trágicamente al chocar con un iceberg al sur de Terranova.
En la Palabra de hoy se nos muestran otros imprevistos de la historia: a Ana, mujer estéril, tras desear y
orar al Señor, le es dado el hijo que tanto esperaba. Y de ese gozo, le sale el cántico que expone cómo
Dios es capaz de dar la vuelta a las cosas, para que los últimos sean los primeros su proyecto siga su
curso.
Leyendo el evangelio, me parece entender para qué vino Jesús: para dar la vuelta a las cosas. Porque
no es normal, y no deberíamos acostumbrarnos a verlo así, que en el mundo domine el egoísmo, el
odio o las desigualdades que deshumanizan. Él viene a poner las cosas en su sitio, lo cual pasa por
cosas tan paradójicas como que “los últimos serán los primeros” o “amar a los enemigos”.
Hoy aparece sometiendo a los espíritus inmundos. Cada época tiene los suyos, con sus
manifestaciones. Pero está claro que donde entra Jesús, se ponen a temblar. No hay sitio para ellos.
Con su sola presencia...
Jesús comenzó a someter a los espíritus que pretenden destruir el proyecto de Dios. Desde entonces, la
lucha continúa. Con las armas de Dios: saber mirar, discernir, reconocer, anunciar, denunciar, actuar,
pedir perdón, reconciliar, acompañar, bendecir, entregar, devolver bien por mal, saber renunciar,
volver a confiar... Para que el mundo deje de ser inmundo, recupere su dignidad y vuelva a ser lo que
está llamado a ser.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez, claretiano (luismanuel@claretianos.es)
Luis Manuel Suarez, cmf