EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 1,7-11.
Juan predicaba, diciendo "Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo
ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en
el Jordán.
Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía
sobre él como una paloma;
y una voz desde el cielo dijo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda
mi predilección".
Comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI
Homilía del 10 -01-2010 (trad. © Libreria Editorial Vaticana)
"Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco"
En el Jordán Jesús se manifiesta con una humildad extraordinaria, que
recuerda la pobreza y la sencillez del Niño recostado en el pesebre, y anticipa los
sentimientos con los que, al final de sus días en la tierra, llegará a lavar los pies de
sus discípulos y sufrirá la terrible humillación de la cruz. El Hijo de Dios, el que no
tiene pecado, se mezcla con los pecadores, muestra la cercanía de Dios al camino
de conversión del hombre. Jesús carga sobre sus hombros el peso de la culpa de
toda la humanidad, comienza su misión poniéndose en nuestro lugar, en el lugar de
los pecadores, en la perspectiva de la cruz.
Cuando, recogido en oración, tras el bautismo, sale del agua, se abren los
cielos. Es el momento esperado por tantos profetas: "Si rompieses los cielos y
descendieses", había invocado Isaías (Is 63, 19). En ese momento —parece sugerir
san Lucas— esa oración es escuchada. De hecho, "se abrió el cielo, y bajó sobre él
el Espíritu Santo" (Lc 3, 21-22); se escucharon palabras nunca antes oídas: "Tú
eres mi hijo amado; en ti me complazco" (Lc 3, 22). Al salir de las aguas, como
afirma san Gregorio Nacianceno, "ve cómo se rasgan y se abren los cielos, los
cielos que Adán había cerrado para sí y para toda su descendencia" (Discurso 39 en
el Bautismo del Señor: PG 36). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo descienden
entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si los ángeles llevaron a los
pastores el anuncio del nacimiento del Salvador, y la estrella guió a los Magos
llegados de Oriente, ahora es la voz misma del Padre la que indica a los hombres la
presencia de su Hijo en el mundo e invita a mirar a la resurrección, a la victoria de
Cristo sobre el pecado y la muerte.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”