EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 1,14-20.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena
Noticia de Dios, diciendo:
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la
Buena Noticia".
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés,
que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.
Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".
Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó,
y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Comentario del Evangelio por
San Gregorio Magno (hacia 540-604), papa y doctor de la Iglesia
In Kephas 1, pp. 451-452
«Inmediatamente, dejando las redes, le siguieron»
Lo deja todo el que no guarda nada para sí. Lo deja todo el que, sin
reservarse nada para sí, abandona lo poco que posee. Nosotros, por el contrario,
nos quedamos atados a lo que tenemos, y buscamos ávidamente lo que no
tenemos. Pedro y Andrés pues, abandonaron mucho al renunciar los dos al mero
deseo de poseer. Abandonaron mucho puesto que, renunciando a sus bienes,
renunciaron también a sus ambiciones.
Así pues, al seguir al Señor renunciaron a todo lo que hubieran podido desear
si no le hubiesen seguido. Que nadie, pues, incluso el que ve que algunos han
renunciado a grandes riquezas, no diga para sí mismo: «Mucho quisiera yo imitarles
en su menosprecio de este mundo, pero no he dejado nada ». Abandonáis mucho,
hermanos míos, si renunciáis a los deseos terrestres. Y el Señor se contenta con
nuestros bienes exteriores, por mínimos que sean. Porque, en efecto, lo que él
aprecia es el corazón y no los bienes; pone más atención en las disposiciones que
acompañan a la ofrenda que le hacemos, que a la misma ofrenda.
Porque si tenemos en cuenta los bienes exteriores, vemos que nuestros
santos comerciantes han pagado con sus redes y sus barcas la vida eterna que es
la de los ángeles. El Reino de Dios no tiene precio: y sin embargo sólo vale lo que
tenéis.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”