“Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”.
Mc 1, 7-11
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LA INMERSIÓN DE LA IGLESIA Y DE TODA COMUNIDAD CRISTIANA
Desde mucho tiempo atrás Israel esperaba la venida del Mesías, Verbo del Padre, tantas veces
prometida a los antiguos israelitas con una alianza por parte de Dios gratuita e irreversible. Ésta
se ha presentado oficialmente y realizado en plenitud en la persona del Hijo de Dios, cuando el
profeta de Nazaret se ha confundido entre los hombres, como todo hombre pecador junto al
Jordán, en espera de recibir el bautismo de penitencia.
El Inocente se ha hecho pecado para la salvación del hombre y así ha querido mezclar lo divino
con lo humano para transformar lo humano en divino.
Es la vivencia que la Iglesia ha sido invitada a recorrer en su camino de testimonio entre los
pueblos: hacerse solidaria con la humanidad, revestida de pecado y de debilidad, para liberarla
de la muerte y transformarla en riqueza de vida con los dones del Espíritu y de su santidad de
vida. La inmersión de la Iglesia y de toda comunidad cristiana en la situación de pecado de los
hombres es una invitación para todo cristiano a no identificarse con el mundo para no
mancharse con él, sino a presentarse siempre puro y sin mancha para difundir sin
compromisos el evangelio de Jesús. El Señor, en efecto, llama a todos a una conversión radical
de vida y a creer en la Palabra de aquel que nos ha transmitido la verdad del Padre (cf. Mc
1,15).
ORACION
Señor Dios nuestro y de nuestros padres, que nos has invitado por boca del profeta “Sedientos
todos, acudid por agua... “: Is 55,1.3a) a escuchar tu Palabra, para nosotros estas palabras son
una alusión a Jesús nuevo templo, el templo mesiánico, del que manarán en el futuro ríos de
agua viva para la humanidad (d. Ez 47,1-2; Zac 13,1; 14,8; Sal 78,15-16). Pero también las
palabras pronunciadas por el evangelista “De sus entrañas brotarán ríos de agua viva”: (Jn
7,38) son un reclamo que anticipa la escena del Calvario, donde del costado abierto de Cristo
brotará «sangre y agua» (Jn 19,34). Es Jesús la imagen más viva de tu amor a la humanidad.
De su corazón herido brota una fuente perenne de vida. Por tu Hijo Jesús nosotros podemos
conseguir el agua que es tu Palabra. Debemos asimilar interiormente esta Palabra para lograr
la felicidad y la vida.
Señor, sabemos que son dos los tiempos de la revelación: el de Jesús y el del Espíritu. Si, por
una parte, Jesús nos invita a creer en él, por otra preanuncia la acción del Espíritu que
fecundará nuestro corazón de discípulos creyentes. Por tanto podemos alcanzar la fe, la
interiorización, el conocimiento de Jesús sólo con una condición: ser dóciles a la acción del
Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que Jesús mismo nos enviará después de su retorno a ti.
La única persona que cuenta, pues, es el Mesías. La única ley en vigor es la Palabra, que
Jesús anuncia, viviendo entre los hombres, con su vida y sus obras. Señor, haznos operarios
de esta verdad.