III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
CONVERTIRSE AL REINO DE DIOS
La Palabra: “Convertíos porque ya irrumpe el reino de Dios” (evangelio).
1. Jesús de Nazaret anunció que ya está llegando el reino de Dios. Aunque nunca lo
definió, expresó el contenido de este símbolo con muchas imágenes y con sus
acciones. Imágenes como un gran banquete preparado por Dios donde todos los
seres humanos podamos sentarnos y gustar juntos los frutos de la creación; una
comunidad de hermanos y amigos que comparten lo que son y lo que tienen
buscando la felicidad de todos. Y Jesús trató de construir esa nueva sociedad
curando enfermos, rehabilitando a los excluidos, defendiendo la dignidad de todos.
Su gran preocupación fue cómo hacer para que hombres y mujeres no
sucumbamos ante los males y el sufrimiento. Esta preocupación explica toda su
vida y dio sentido a su muerte.
2. En un momento de su actividad en Nazaret, su pueblo, Jesús declaró que en su
propia conducta ya estaba llegando el reino de Dios: “En mi vida y en mis acciones,
Dios –amor a favor de los seres humanos– es el rey, el único seor”. Curando
enfermos, apoyando a los excluidos, acogiendo a los pecadores y comiendo con los
pobres, Jesús hacía presente el amor gratuito de Dios. Con Jesús ha llegado el
reino, el señorío del amor que vence al odio y de la misericordia que acaba con la
violencia. Un reino de amor, de justicia y de paz.
3. La espiritualidad cristiana significa vivir y actuar con el espíritu de Jesús, hacer
inolvidable su memoria tratando de “re-crear” su conducta en nuestra propia
historia. Esto se hace realidad dejando que Dios-amor sea único señor en nuestra
forma de vivir y de relacionarnos con los otros; renunciando a la pretensión de ser
absoluto con derecho a disponer de los demás a nuestro antojo y si llega el caso,
silenciarlos. Todos llevamos dentro el instinto de seguridad; nos obsesionamos por
guardar nuestra propia vida sin preocuparnos de que los otros puedan vivir; esa
conducta individualista e insolidaria da como resultado un ambiente social
irrespirable, pues se impone la ley del más fuerte. El espíritu de Jesús cambia esa
mentalidad, nos hace pensar y actuar pensando no slo en “qué será de mí “, sino
también “qué será de los otros, especialmente de los que no saben, ni tienen ni
pueden”. En este cambio consiste la conversin al reino de Dios.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net