DOMINGO SEGUND0. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.
Jn. 1, 35-42
En aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús
que pasaba, dijo:
--Este es el cordero de Dios.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús, Jesús se volvió y
al ver que lo seguían, les pregunto:
--¿Qué buscáis?
Ellos le contestaron:
--Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?
Él les dijo:
--Venid y lo veréis
Entonces fueron, vieron donde vivían y se quedaron aquel día, serían las
cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y
siguieron a Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo:
--Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
-- Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa Pedro).
CUENTO: EL AMANTE HABLADOR
Un amante estuvo durante meses pretendiendo a su amada sin éxito,
sufriendo el atroz padecimiento de verse rechazado. Al fin su amada cedió:
“Acude a tal lugar a tal hora”, le dijo.
Y allí, a la hora fijada, al fin se encontró el amante junto a su amada.
Entonces metió la mano en su bolso y sacó un fajo de cartas de amor que
había escrito durante los últimos meses. Eran cartas apasionadas en las que
expresaba su dolor y su ardiente deseo de experimentar los deleites del
amor y la unión con ella. Y se puso a leérselas a su amada. Pasaron las
horas y él seguía leyendo.
Por fin dijo la mujer: “¿Qué clase de estúpido eres? Todas esas cartas
hablan de mí y del deseo que tienes de mí. Pues bien, ahora me tienes
junto a ti y no haces más que leer tus estúpidas cartas”.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Vueltos del período navideño y comenzando el tiempo ordinario, la palabra
de Dios nos narra un maravilloso encuentro entre Jesús con dos discípulos,
una auténtica catequesis de lo que es la fe como encuentro transformador
entre Cristo y el creyente. Viendo el panorama que al menos en España y
en Europa se dibuja, donde apenas hay ya gente en las iglesias, y las que
hay son ya de edades más adultas, por no decir mayores, siempre me
pregunto qué ha pasado. Cómo países cristianos y católicos de toda la vida
se ha convertido en auténticos desiertos espirituales. Sin duda que muchas
y complejas son las causas, pero yo creo que la fundamental es que el
camino de acceso a la fe no ha llegado por la vía del encuentro y la
conversión, sino por la vía del adoctrinamiento y de la tradición. Importaba
la cantidad y no la calidad de cristianos. Vivíamos en una sociedad
“oficialmente” cristiana, pero no “verdaderamente” evangélica. No es
extraño que, con la llegada del consumismo, el bienestar, la libertad, a
muchos de esos supuestos “cristianos” se les haya caído la capa de barniz
superficial que cubría su aparente fe cristiana. Nunca se encontraron con
Cristo y por eso nunca sintieron necesidad real de él, ni nunca lo tuvieron
como eje transformador de sus vidas. Como profesor de Religión, cuando
les digo esto a mis alumnos, me miran como asombrados, es algo nuevo
para ellos. No entienden que la fe es un encuentro de amistad y amor con
Dios, con Jesús, un encuentro que llega hasta lo más profundo de la
persona y la hace tener una nueva mirada de la realidad. Les digo que lo
que ellos tienen o han perdido no es la fe, porque nunca la tuvieron, sino
vagas creencias impuestas que no se sostienen en el tiempo, y menos en
estos tiempos nuestros donde las cosas materiales y las diversiones han
sustituido a las seguridades que daban las creencias religiosas. Y digo
sustituir, porque en realidad tampoco llenan los vacíos más profundos de las
personas, pero es que tampoco se les ofrece algo atrayente y convincente.
El evangelio y el cuento nos recuerdan que la fe en Cristo, como la
experiencia del amor, no es una vaga creencia, ni saberse de memoria
libros, cartas, dogmas o mandamientos, ni un conjunto de leyes morales
impuestas que no han sido asumidas personalmente y que a muchos les
parecen a veces retrógradas y negadoras de la felicidad humana; ni la
asistencia a unos ritos que hoy a una mayoría de jóvenes no les dice nada
ni creen que tienen que ver nada con sus vidas y sus problemas reales. La
fe no es saber muchas cosas de Cristo ni tener comunicación a distancia,
como el amante del cuento con sus cartas, sino que es un “encuentro” de
amistad y amor, encuentro que se hace primero vida y experiencia, y luego
doctrina, que primero pasa por el corazón y luego por la razón. Sin esta
experiencia afectiva de Cristo, la fe se convierte en abstracción retórica que
se cae con el tiempo. Es hora de que la Iglesia, de que todos los que nos
llamamos cristianos y estamos más cercanos a la Iglesia, nos pongamos en
serio en este camino de conversión, siendo nosotros primero testigos de
Cristo, aquellos que han visto y vivido el encuentro con Cristo; que vean
que Cristo ha cambiado nuestras vidas, que vean y se pregunten sobre
nuestra alegría, nuestro amor, nuestra solidaridad, nuestra opción por los
pobres. Hay que apostar por una pastoral de la conversión y del testimonio,
más que por una pastoral del adoctrinamiento y el reclutamiento. Las
primeras comunidades apenas se preocuparon de los grandes discursos; la
gente venía a ellos porque veían cómo se amaban y cómo daban testimonio
de Cristo con alegría. Más que nunca necesita este mundo nuestro el
testimonio vivo de los cristianos. No debemos temer, el mensaje de Cristo
atrae de verdad cuando se vive en la vida. ¡Y hay tanta necesidad de los
valores cristianos en nuestra sociedad!. No es hora de lamentos, es hora
del testimonio, de la valentía, de la audacia, de la creatividad. Vayamos
nosotros primero al encuentro con Cristo, hagamos comunidades cristianas
vivas y testimoniales. No importa el número, la Iglesia empezó con 12
apóstoles que cambiaron el mundo. Que nos importe la calidad del
testimonio, la formación viva de nuestros cristianos, la preparación
convincente para dar razón de nuestra fe, con humildad, con alegría, con
esperanza. QUE ESTA SEMANA RENUEVE CRISTO EN NOSOTROS SU AMOR
Y NOS LANCE AL MUNDO A SER TESTIGOS DE ESTA BUENA NOTICIA DE
HABERNOS ENCONTRADO CON ÉL. ¡FELIZ SEMANA!