EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la primera semana del tiempo ordinario
Primer Libro de Samuel 9,1-4.17-19.10,1a.
Había un hombre de Benjamín llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de
Becorat, hijo de Afiaj, hijo de un benjaminita. El hombre estaba en muy buena
posición,
y tenía un hijo llamado Saúl, que era joven y apuesto. No había entre los israelitas
otro más apuesto que él; de los hombros para arriba, sobresalía por encima de
todos los demás.
Una vez, se le extraviaron las asnas a Quis, el padre de Saúl. Quis dijo entonces a
su hijo Saúl: "Lleva contigo a uno de los servidores y ve a buscar las asnas".
Ellos recorrieron las montaña de Efraím y atravesaron la región de Salisá, sin
encontrar nada. Cruzaron por la región de Saalém, pero no estaban allí. Recorrieron
el territorio de Benjamín, y tampoco las hallaron.
Cuando Samuel divisó a Saúl, el Señor le advirtió: "Este es el hombre de quien te
dije que regirá a mi pueblo".
Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta de la ciudad, y le dijo: "Por favor,
indícame dónde está la casa del vidente".
"El vidente soy yo, respondió Samuel a Saúl; sube delante de mí al lugar alto. Hoy
ustedes comerán conmigo. Mañana temprano te dejaré partir y responderé a todo
lo que te preocupa.
Samuel tomó el frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl. Luego lo
besó y dijo: "¡El Señor te ha ungido como jefe de su herencia!
Salmo 21(20),2-3.4-5.6-7.
Señor, el rey se regocija por tu fuerza,
¡y cuánto se alegra por tu victoria!
Tú has colmado los deseos de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
Porque te anticipas a bendecirlo con el éxito
y pones en su cabeza una corona de oro puro.
Te pidió larga vida y se la diste:
días que se prolongan para siempre.
Su gloria se acrecentó por tu triunfo,
tú lo revistes de esplendor y majestad;
le concedes incesantes bendiciones,
lo colmas de alegría en tu presencia.
Evangelio según San Marcos 2,13-17.
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les
enseñaba.
Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y
le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se
sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.
Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos,
decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del
médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores".
comentario del Evangelio por
San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia
6º Discurso para la Novena de Navidad
«El hombre se levantó y lo siguió»
Mi querido Redentor, he aquí mi corazón, te lo doy entero; ya no me
pertenece más, es tuyo. Entrando en el mundo, te ofreciste al Padre eterno,
ofrecido y dado toda tu voluntad, como nos lo dices por boca de David: "Está
escrito de mí, en el libro de la Ley, para hacer tu voluntad. Es lo que siempre quise,
Oh Dios mío " (Sal. 39,8-9). De la misma manera, mi querido Salvador, te ofrezco
hoy toda mi voluntad. En otro tiempo te fue rebelde, por ella que te ofendía. Ahora
siento de todo corazón, el uso que hice de ella, todas las faltas que miserablemente
me privaron de tu amistad. Me arrepiento profundamente, y esta voluntad te la
consagro sin reserva.
«¿Señor, qué quieres que haga? (Hch. 22,10) Señor, dime qué me pides:
estoy dispuesto a hacer todo lo que deseas. Dispón de mí y de lo que me pertenece
como gustes: lo acepto todo, consiento en todo. Sé que buscas mi mayor bien: "
Pongo pues, totalmente mi alma en tus manos " (Sal. 30,6). Por tu misericordia,
ayúdala, consérvala, haz que te pertenezca siempre, y sea toda tuya, ya que "la
rescataste, Señor, Dios de la verdad", al precio de tu sangre (Sal. 30,6).»
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”