II Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B (Año Par)
Con permiso de dominicos.org
Lunes
“A vino nuevo, odres nuevos”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del primer libro de Samuel 15, 16-23
En aquellos días, Samuel dijo a Saúl: "Déjame que te cuente lo que el Señor me
ha dicho esta noche". Contestó Saúl: "Dímelo". Samuel dijo: "Aunque te creías
pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque el Señor te ha nombrado
rey de Israel. El Señor te envió a esta campaña con orden de exterminar a esos
pecadores amalecitas, combatiendo hasta acabar con ellos. ¿Por qué no has
obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que
el Señor reprueba?" Saúl replicó: "¡Pero si he obedecido al Señor! He hecho la
campaña a la que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he exterminado
a los amalecitas. Si la tropa tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo
destinado al exterminio, lo hizo para ofrecérselas en sacrificio al Señor tu Dios
en Guilgal".
Samuel contestó: "¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos o quiere que
obedezcan al Señor? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que
grasa de carneros. Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la
obstinación. Por haber rechazado al Señor, el Señor te rechaza hoy como rey"
Salmo Responsorial 49,8-9.16bc-17.21.23: "Al que sigue buen camino le haré
ver la salvación de Dios."
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.
Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron
unos y le preguntaron a Jesús: "Los discípulos de Juan y los discípulos de los
fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?" Jesús les contestó: "¿Es que pueden
ayunar los amigos del novio mientras está con ellos? Mientras tienen al novio
con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día
sí que ayunarán".
Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado, porque la
pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Nadie echa vino
nuevo en odres viejos, porque revienta los odres, y se pierden el vino y los
odres; a vino nuevo, odres nuevos".
II. Oramos con la Palabra
SEÑOR,me llamas a la fiesta de tu presencia y de tu amor. Y yo me dejo seducir
por agoreros que me dicen que ser cristiano es algo triste, que impide disfrutar
de la vida. ¿Hay algo más confortante y gozoso que sentirte a mi lado, dándome
ánimo, amor, esperanza firme? ¡Viva el Novio de la felicidad!
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
La figura el rey Saúl, en la Primera Lectura, no resulta atrayente ni muy
aleccionadora. Es cierto que el botín que tomaron sus soldados pudo ser
destinado en sacrificio a Dios. Pero, Dios, más que sacrificios, y menos de este
tipo, lo que quiere y busca es el sacrificio interior, la confianza personal en él, la
búsqueda de su voluntad y el empeño en cumplirla.
En el Evangelio, la excusa hoy de los fariseos para enfrentarse a Jesús es el
ayuno, que, según ellos, sus discípulos no practican. Jesús defenderá el ayuno,
pero a su tiempo, en su momento. Porque, mientras esté el Novio, los discípulos
están de fiesta. Dentro de unos días, en cuaresma, reflexionaremos sobre su
conveniencia, su valor y su oportunidad.
“¿Por qué los tuyos no?” ¿Por qué nosotros no?
Jesús podía haber contestado: “Porque son discípulos míos”. Porque Juan
predicaba penitencia y conversión para huir de la ira de Dios, en un juicio
terrible del que nadie podía librarse. Y Jesús predicaba perdón y salvación para
todos. Jesús se centra más en mostrarnos el rostro de un Padre que, más que
terribles juicios, ofrece sus brazos y, con ellos y en ellos, toda la felicidad de que
es capaz el ser humano. Por eso, Jesús y sus discípulos ayunan, pero no viven
ayunando como Juan y sus discípulos; bautizan, pero prefieren perdonar, liberar,
acoger, mostrar el rostro amable de un Dios hasta entonces desconocido.
¿Y nosotros, qué? ¿Qué dicen de nosotros, seguidores de Jesús, los que no creen
lo que nosotros creemos? ¿Qué contestamos a los enviados de turno cuando nos
preguntan por qué nosotros no hacemos lo que ellos hacen? ¿O es que no nos
preguntan porque no hace falta, porque nos consideran de los suyos, pensando
que creemos y hacemos lo mismo que ellos?
A vino nuevo, odres nuevos, hombres nuevos
Al vino nuevo del Evangelio no le sirven los odres viejos, magníficos en la misión
que cumplieron, pero viejos, de Juan y sus discípulos. Dios es para nosotros
liberación, perdón incondicional. Dios quiere odres nuevos que contengan
personas acogedoras como acogedor se mostró Jesús. Personas que, antes de
acoger a los demás y para que sepan cómo hay que hacerlo, acojan a un Padre
que sólo piensa en hacer nuestra vida más humana, más gratificante, más justa.
Una vida donde las coordenadas sean la paz, la verdad y la justicia. Y, como
fruto maduro, la misericordia y la bondad, sinónimo de santidad.
El modelo en nuestro trabajo de “alfareros” es Jesús, su persona, su vida, su
enseñanza. Nuestros nuevos valores, los evangélicos; las actitudes que
buscamos, las que mostró Jesús a lo largo y ancho de su vida. Y no nos
preocupemos por el vino, sino sólo por el continente.
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino