Comentario al evangelio del Jueves 19 de Enero del 2012
Queridos amigos y amigas:
Del relato evangélico de hoy resaltamos en color rojo un dato: el irresistible atractivo que Jesús ejercía
sobre las gentes, en particular sobre indigentes, pecadores y necesitados. Acudían a él de todas partes y
en tal cantidad que, como dice el evangelista, llegaban a poner en riesgo su integridad física. Invito a
los amables lectores, en esta Semana de la Unidad que celebramos, a orar expresando nuestro deseo de
ser arrastrados por esa misma corriente magnética. Es una bendición más que una conquista. Es don
del Espíritu que nos arrastra hacia Jesús. Solamente nos uniremos cuando volvamos a Él.
• Tal vez para muchos el primer movimiento que les empuja al encuentro con Jesús venga motivado
por una necesidad, un problema, un punto de no retorno, incluso un pecado…, propios o de alguien muy
cercano. Jesús jamás desprecia a nadie que se le acerca. Su acogida es incondicional. No se necesita ser
perfecto para ir a buscarle. Hasta el mal puede ser un buen punto de arranque para iniciar una
aventura… Carlos de Foucauld la empezó con esta sencilla oración: “Jesús, si tú existes, haz que te
conozca”…
• Tras el primer paso de búsqueda, se deben depurar las motivaciones. Acerquémonos a Jesús con
rectas intenciones. Antes de buscar nuestras ventajas, vayamos a conocerle más de cerca y con más
detalle; y de reconocer los lugares donde se hace presente para frecuentarlos. Entre personas es natural
y conveniente conocerse mutuamente. Para conocer a Jesús hay que quitarse las máscaras. El solo se
da a conocer a los humildes, a los que anteponen la verdad a las apariencias y, por eso, miran a los
ojos.
• El fruto del conocimiento es la amistad. Al conocer a Jesús, se despierta el amor. Uno llega a ser su
amigo. La amistad añade sentimiento al conocimiento. Conociendo más se ama mejor. El amor es
reconocible. No es una experiencia que pase inadvertida. Uno de los signos de verdadero amor a Jesús
consiste más en darle que en recibir de Él. No se trata de mera renuncia, sino de capacidad de poner a
Jesús por delante del ego; no como obligación impuesta sino como aspiración elevada.
• Y el amor es unitivo, busca la compañía permanente. Los amigos de Jesús son los que le acompañan
siempre y se identifican con su manera de pensar y obrar. Acompañar a Jesús implica pues cercanía
afectiva y movimiento en la misma dirección y a la misma velocidad a la que él se mueve.
Hoy pediremos al Espíritu de Dios que impulse en nosotros esos cuatro movimientos: buscar, conocer,
amar y acompañar al Buen Pastor. Y que Él nos reúna en un solo rebaño.
Vuestro amigo y hermano,
Juan Carlos cmf
Juan Carlos Martos, cmf