Martes 17 de Enero de 2012
Martes 2ª semana de tiempo ordinario 2012
Santoral: Antonio Abad
1Samuel 16, 1-13
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar
lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno
de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un
rey para mí". Samuel contestó: "¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata". El
Señor le dijo: "Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor.
Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al
que yo te diga".
Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del
pueblo fueron ansiosos a su encuentro: "¿Vienes en son de paz?" Respondió: "Sí,
vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio".
Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegaron, vio a
Eliab y se dijo: "Sin duda está ante el Señor su ungido". Pero el Señor dijo a
Samuel: "No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La
mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las
apariencias, pero el Señor mira el corazón".
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel dijo: "Tampoco
a éste lo ha elegido el Señor". Jesé hizo pasar a Sama; y Samuel dijo: "Tampoco a
éste lo ha elegido el Señor". Hizo pasar Jesé sus siete hijos ante Samuel, pero
Samuel dijo: "A ninguno de éstos ha elegido el Señor". Preguntó entonces Samuel a
Jesé: "¿No quedan ya más muchachos?" El respondió: "Todavía falta el más
pequeño, que está guardando el rebaño". Dijo entonces Samuel a Jesé: "Manda que
lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido". Mandó, pues, que lo
trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo el Señor: "Levántate y
úngelo, porque éste es".
Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En
aquel momento invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.
Samuel emprendió la vuelta a Ramá.
Salmo responsorial: 88
R/Un día hablaste en visión a tus amigos: He ceñido la corona a un héroe, he
levantado a un soldado sobre el pueblo. R.
Encontré a David mi siervo y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi
mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso. R.
El me invocará: Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora, y yo lo
nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra. R.
Marcos 2, 23-28
Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los
discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: "Oye, ¿por qué hacen en
sábado lo que no está permitido?" El les respondió: "¿No habéis leído nunca lo que
hizo David cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa
de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados,
que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros". Y
añadió: "El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado; así que
el Hijo del hombre es señor también del sábado".
COMENTARIOS
Los discípulos, con el ejemplo y la enseñanza de Jesús, manifiestan cierto
grado de libertad y no hacen caso de la interpretación del precepto del sábado, que,
según los fariseos, compendiaba la Ley entera; arrancar espigas era considerado
por ellos equivalente de segar, trabajo prohibido en sábado.
Apoyándose en su interpretación de la Ley, los fariseos acusan a los
discípulos y reprochan a Jesús su negligencia. Jesús rebate su acusación con la
Escritura, recordándoles un conocido episodio de la vida de David, figura
indiscutible para los judíos. Si David comunicó a sus seguidores la libertad de
saltarse lo mandado para satisfacer su hambre, la interpretación rigorista de la Ley
es errónea, pues ésta debía ceder ante la necesidad del hombre. También Jesús
comunica libertad a los suyos, pero no ya para remediar una necesidad, sino
simplemente porque la presencia del Espíritu (1,10, cf. 1,8), que inaugura la nueva
época de la humanidad, ha hecho caducar las instituciones de la antigua alianza (cf.
2,21-22).
Dios creó al hombre a su imagen, es decir, con la posibilidad de ser libre y
señor como Él. La antigua alianza instituyó el precepto del descanso para que el
hombre se emancipara periódicamente de la servidumbre del trabajo y se
asemejase a Dios, su modelo. El precepto era así símbolo y promesa de libertad y
recordaba al hombre que su situación era transitoria. La Ley existía para beneficio
del hombre.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de Fundación ÉPSILON)